A menudo se
pretende salvar al Psicoanálisis aduciendo que trata temas olvidados por la
ciencia o que la ciencia no puede explicar (los sueños, los lapsus, la
represión, etc.). Esta lastimera objeción siempre acompañó a los religiosos,
que pretenden refugiar a Dios en aquello que la ciencia aun no sabe con exactitud
(el origen del universo o, en el pasado, la diversidad de las especies, por ejemplo).
Es inútil por dos razones:
A- Es una
falacia conocida como ad ignorantiam,
consistente en afirmar la verdad o falsedad de una proposición aduciendo la
falta de pruebas en su contra.
B- La
ciencia sí tiene hipótesis que explican buena parte de los “misterios” de la
mente, y a menudo son contrarias a las del Psicoanálisis.
Veamos qué
hay en esos rincones oscuros en donde antes reinaba el Psicoanálisis:
1-Los sueños, su interpretación, explicación,
etc.
Empecemos
por la teoría, Freud nos dice que los sueños son de “cumplimiento de un deseo”, consciente o no-, y que tienen un “contenido manifiesto” (el obvio:
soñamos con un pato) y un “contenido
latente” (El pato es en realidad un pene. Es el contenido que Freud “descifra” con su “método”).
Asegura, en
“La Interpretación de los sueños”
(1899):
“Bien se ve cuán cómodamente dispone las cosas
el sueño; puesto que su exclusivo
propósito es un cumplimiento de deseo, está autorizado a ser un egoísta
completo”.
“Repárese
tan sólo en que nuestra doctrina no se apoya en la consideración del contenido manifiesto del sueño, sino
que se refiere al contenido de pensamiento que se discierne tras el sueño
mediante el trabajo de interpretación.
Al contenido manifiesto del sueño le
contraponemos el contenido latente. Es
verdad que existen sueños cuyo contenido manifiesto es de índole más penosa. Pero,
¿alguna vez intentó alguien interpretar esos sueños para descubrir su contenido
de pensamiento latente? Si no es así, ninguna de esas dos objeciones nos
alcanzan; sigue siendo posible que también los
sueños penosos y los de angustia se revelen, después de la interpretación, como
cumplimientos de deseo.”
Eso le
permite a Freud descubrir que una adolescente
virgen que sueña con una lámpara que se le cae encima en realidad… ¡quiere
acostarse con un gordo cuarentón casado y amigo de su padre! (al que rechaza y dice
odiar y temer en la vigilia, pero ya todos sabemos cómo es Freud).
Según Freud,
las defensas del yo se relajarían durante el sueño, lo que hace que los
impulsos reprimidos se acerquen al umbral de la consciencia. Pero por obra del
“trabajo de sueño”, son transformados en símbolos que disimulan
esos deseos ocultos. Sin esa censura, éstos despertarían por la inquietante
erupción de lo reprimido (algo que ciertamente no ocurre, pues podemos tener
sueños horrendos sin despertarnos).
El analista
debe ir más allá del contenido
manifiesto y desentrañar un contenido latente (el significado
profundo, encubierto, misterioso, y probablemente inexistente del sueño).
Gracias a
esa dilucidación del contenido latente
Freud nos puede explicar que un sombrero, un cuchillo, una espada, un tallo, un
tronco, un fusil, unos cañones, las serpientes, los peces, las corbatas, el pie,
y las lámparas son, en realidad, penes…
Ahora bien,
si al soñador le convenía soñar un pene, y no un sombrero, ¿qué sentido tiene soñar
un sombrero? ¿Todos soñaron inútilmente hasta los últimos meses del siglo XIX,
cuando Freud develaría ese significado profundo?
Veamos cómo
se interpreta (Interpretación de los Sueños, 1899):
“… el contenido manifiesto nos es dado como un jeroglífico, para cuya solución
habremos de traducir cada uno de sus
signos al lenguaje de las ideas latentes.”
“Pues bien:
el sueño es exactamente uno de estos
jeroglíficos…”
Los
jeroglíficos egipcios fueron un misterio hasta que se hallara la Piedra Roseta –en 1799-, un cascote que
contenía un mismo texto traducido a tres lenguas: demótico, griego, y
jeroglíficos, que usaría Champollion para develar el significado de éstos.
Antes de
1799, Athanasius Kircher, era un polímata del siglo XVII, en cuya vasta obra
llena de teorías estrafalarias analizó el Manuscrito Voynich, propuso un
lenguaje universal, ideó los planos para un piano de gatos, e inventó la
linterna mágica. Entre 1650 y 1654 dedicaría su atención a descifrar los jeroglíficos
egipcios, con el resultado de no haber
acertado en el significado de un solo símbolo.
Majestuoso piano de gatos diseñado por Athanasius Kircher. |
No hay razón
alguna para creer en las interpretaciones de Freud, ni forma alguna de cotejar
su validez (no existe la Piedra Roseta de los sueños).
Sin embargo,
la validez de la interpretación del sueño estaría dada, ya por el paciente, que
acepta la interpretación, o por su cura.
Ninguna de
las dos opciones es atendible: lo que el paciente acepte es indiferente, en
tanto no sería la primera vez que alguien aceptó explicaciones idiotas. Y en
cuanto a la curación, es una idea risueña, pues Freud no curó un solo paciente
en su vida.
Otro punto
en contra de la interpretación freudiana es que, si bien tenía en cuenta la
elaboración secundaria -el añadido que el paciente hacía al relatar el sueño, que
ciertamente lo contaminaba (la memoria no es una cámara fotográfica, y es común
que distorsionemos los hechos cuando los recordamos)-, no insistía en eliminar
este factor: no pedía que los pacientes tomen nota inmediatamente al despertar,
y de hecho tampoco lo hacía él mismo, por lo que más que interpretar sueños
interpretaba confusos recuerdos de sueños.
La Refutación de los neurólogos.
La teoría de
Hobson –llamado el Anti-Freud- de la Activación-Síntesis hace depender a los
sueños del cerebro. Durante el sueño paradójico, que dura unos 90 minutos, el
aumento de acetilcolina estimula los
centros emocionales del cerebro, mientras una reducción de la serotonina y norepinefrina deprimen las áreas encargadas de la atención, la
memoria y el razonamiento. El sueño resultaría un intento del cerebro de dar
coherencia a un cúmulo de información sin sentido transmitido por el puente de
Varolio.
Si bien los
pensamientos y emociones del soñador influyen, no hay nada sobre “cumplimiento
de deseos inconscientes”, ni un oscuro trabajo mental para simbolizar y
oscurecer el contenido del sueño.
En cuanto a
su interpretación, Hobson, en “El cerebro soñante (1992)” nos dice que:
“… el significado del sueño es por tanto más
claro que oscuro. El contenido de la
mayor parte de los sueños es directamente legible sin decodificación. Al ser el estado onírico abierto, los sueños
de los individuos pueden efectivamente revelar estilos de conocimiento, aspectos de la visión que un
individuo tiene del mundo y de las experiencias
históricas específicas de ese individuo.”
Hobson, J.
A., McCarley, R. M., “The brain as a
dream state generator: An activation-synthesis”, American Journal of
Psychiatry, 134, pp. 1335-1348 (1977).
Hobson, J.
A., Pace-Schott, E. F., Strickgold, R., “Dreaming
and the brain: Toward a cognitive neuroscience of conscious states”,
Behavior and Brain Sciences, 23, pp- 793-842 (2000).
2- Los lapsus.
Freudian Slippers. |
En
“Psicopatología de la Vida Cotidiana” (1901), Freud interpreta que los olvidos,
lapsus, y el tartamudeo son productos del Inconsciente que, siempre molesto,
trata de recordarnos algo que reprimimos.
“La
formación de sustituciones y
contaminaciones en el trastrabarse (lapsus) es, pues, un esbozo de aquel trabajo condensador al que
hallamos como diligente constructor del sueño.”
“Respecto de
otros casos de trastrabarse, se
puede suponer que la asonancia con
palabras y significados obscenos es el perturbador genuino. La desfiguración y deformación deliberadas de las
palabras y giros idiomáticos, de que tanto gustan las personas mal
educadas, no se propone otra cosa que
recordar lo prohibido a partir de una ocasión inocente; y este jugueteo es tan común que no nos
asombraría que se abriera paso también de manera inadvertida y contraria a la
voluntad”.
Y todo esto
minado de ejemplos de anécdotas minúsculas, de personas irrelevantes, con un
afán sólo comparable al de una vieja chismosa.
Por ejemplo:
“No quiso su
memoria (la de una paciente) comunicar por qué lugar de su cuerpo la tomó la
mano indiscreta y voluptuosa del otro. Inmediatamente después de la sesión, va
de visita a casa de una amiga y platica con ella sobre residencias veraniegas.
Preguntada por la ubicación de su casita en M., responde: «En la cadera del monte {Berglende}», en lugar
de «ladera del monte {Berglebne}»”.
Los
psicolingüistas realmente estudian experimentalmente los lapsus, y los atribuyen a la fatiga, el stress, los estados alterados, los
nervios, o la ansiedad; y se dividen en dos amplios grupos:
Lapsus por semejanza fonética: “cadera”
en vez de “ladera” (o “madera”, etc.).
Lapsus por semejanza semántica: “chino”
por “japonés” (o “asiático”, etc.).
Que a su vez
responden a la canalización: el
cambio de una palabra desconocida por otra semejante, pero familiar.
Y el primado: lo que sea que nos esté
preocupando en ese momento.
Carroll,
David, Psychology of language (1986).
Victoria
Fromkin. Speech errors as linguistic evidence (1974).
The
Relationship Between Tongue slips and the Field of Linguistics Zaynab Abbudi
Ali (M. A) (2007).
Los errores mencionados
en Freud ofrecen estas dos características:
Lapsus en
Freud:
1. IV 28-29 Freud: Dr.
Nervi N. . Nerven
2. 34-37
Ferenczi: Verona
Capua
3. 37-39
Freud: Calatafini Castelvetrano
4. 39
Hitschman: Gilhofen Gallhof
5. 3940
Sachs: Pegli Peli
6. 4041
Freud: Bisenz Bisenzi
7. 4346
Stárcke: Erdmann Lindeman
8. 48-50
Reik: Ben-Hur Ecce Homo
Michael T. Motley, en el citado libro de Fromkin,
sometió a control experimental esta hipótesis:
Los grupos
debían repetir conjuntos de dos palabras, sin sentido, pero que eran fácilmente
confundibles con otras: por ejemplo, “pindas liernas”.
Un grupo (A)supuestamente iba a recibir choques eléctricos con cada error,
Un segundo
grupo (B), simplemente debía ser entretenido por una asistente atractiva,
seductora, y vestida de manera provocadora.
Un tercer
grupo (C), de control, llevaba a cabo la prueba sin los alicientes anteriores.
El resultado
fue que la suplantación ocurría con mayor frecuencia en aquellos sintagmas que
se vinculaban al aliciente del grupo (“Lindas piernas”, en el grupo B), lo que
probaba la importancia de la canalización y el primado, pero no hacía
comparecer al Inconsciente.
Sebastiano
Timpanaro, en Su libro “El lapsus freudiano” (1974), también proponía la
canalización, además de analizar –y destruir- el célebre caso del “Aliquis”.
En
“Psicopatología de la Vida Cotidiana” Freud relata –o inventa- el caso de un
paciente que le refiere mal una frase de Virgilio en la Eneida:
“Exoriare (Aliquis) nostris ex ossibus ultor!”
Omitiendo ese“Aliquis” (Alguien, alguno).
A instancias
de Freud el paciente casual se dedica a relacionar la palabra omitida, “Aliquis”, con cualquier cosa: A-liquis, Reliquias,
Liquidación, Fluidez, Flujo, Simón de Triento, un artículo sobre San Agustín,
un Señor llamado Benedicto, San Jenaro y el milagro de la sangre, etc.
El resultado es que el inconsciente del joven omitió esa palabra por su temor de que su novia esté embarazada, y este temor fue motivado por un retraso…
El resultado es que el inconsciente del joven omitió esa palabra por su temor de que su novia esté embarazada, y este temor fue motivado por un retraso…
Pero,
¿estaba en la palabra “Aliquis” todo
eso, o simplemente era una preocupación del paciente que iba a relacionar
cualquier cosa con dicha preocupación? ¿Ese
Inconsciente políglota asocia entre palabras de diverso idioma, como latín
y alemán? Convengamos que no es una cadena sencilla de proposiciones la que
lleva de Virgilio a un retraso en el ciclo.
Freud resume
que esa preocupación causó el lapsus,
y lo prueba con una sinuosa cadena de asociaciones (el paciente había reprimido
eso, aunque luego se muestra de lo más locuaz al explicarlo y comentar lo que
supuestamente reprimió). Pero cualquier cadena de asociaciones podría demostrar
lo mismo, e incluso se podría tomar cualquier palabra de la frase (o de la
lengua). La asociación va de una lengua a otra, por semejanza fonética o
semántica, de modo que no es muy difícil llegar a cualquier cosa.
Timpanaro
propone que, si el joven olvidaba la palabra “Exoriare” (Surgir), se podría pasar también a la idea de
“nacimiento”, temida por el paciente.
Si olvidaba
“Nostris” (Nuestro), se lo podría
vincular con el “Padre Nuestro”, o Dios padre, de donde se podría seguir
asociando hasta los santos y San Genaro.
Si olvidaba “Ossi” (Huesos), en tanto que los huesos son reliquias típicas de los santos católicos, además de pensar en “Os” (Boca), y en el beso con su novia que lo llevó al problema actual.
Si olvidaba “Ossi” (Huesos), en tanto que los huesos son reliquias típicas de los santos católicos, además de pensar en “Os” (Boca), y en el beso con su novia que lo llevó al problema actual.
“Ultor” suena parecido a “Eltern”, padre, en alemán, o “ultimátum”, o el concepto de venganza,
ilustrado con el cuento de San Simón de Triento, etc.
Añado yo
otra:
Si el joven
hubiese olvidado la palabra “pez”,
esto se podría relacionar a la vesica psicis, símbolo de los
primeros cristianos (y de ahí vamos a los santos); o a la forma de la vesica
psicis, aunque piscis también
refiere al horóscopo y al calendario, y en alemán “Fisch” suena como en francés “Fisc”
(Impuesto, Aduana) y “Fichu”
(Malvado, Maldito), en inglés es parecido a “Filch” (Hurtar), y “Fishy”
se emplea en la expresión “here's something fishy going on”
(aquí hay gato encerrado), además de la alusión a “pescar”, y…
Gracias al
“método freudiano” de interpretación caótica es fácil partir de cualquier punto
y llegar a ninguna parte.
Sebastiano
Timpanaro, The freudian slip (1973).
Aquí un
fragmento:
perooooo x que se enseña en las universidades latinoamericanos tal ves es una conspiracion de la elite para que no despertemos
ResponderEliminarEn las universidades se enseña teología... y?
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