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sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis y el Fraude- Fraudes de Freud III El Pequeño Hans

El pequeño Hans, el perverso polimorfo (Herbert Graf).
  

 Paciente: Herbert Graf.
Terapeutas: Sigmund Freud y Max Graf (padre del paciente).
Aflicción: Equinofobia.
Terapia empleada: Psicoanálisis por correspondencia (o Telepsicoanálisis).
Resultado: Agravamiento, fabulación, eventual cura por otros motivos.

El caso es considerado el inicio del psicoanálisis de niños, -aunque Freud no atendió a un solo niño en su vida- y se refiere en varios textos:

El esclarecimiento sexual del niño (1907), aquí nombrado Herbert, antes de su fobia.
Sobre las teorías sexuales infantiles (1908).
Análisis de la fobia de un niño de 5 años (1909).
Inhibición síntoma y angustia (1926).
Moisés y el monoteísmo (1939).

Según Melanie Klein, por ejemplo:

“Este análisis ponía la primera piedra de un edificio, el del futuro análisis de niños, (...) probaba la existencia y la evolución del complejo de Edipo en los niños, (...) es el fundamento de todos los demás análisis”.

Veamos que hay en este famoso caso, citado por todos los psicoanalistas posteriores.
Llamado Herbert Graf, el Pequeño Hans cayó en manos del Psicoanálisis alrededor de 1908; cuando  tenía unos 4 años, por una aparente fobia a los caballos. Pero Hans tenía asimismo otros problemas peores: sus padres decidieron educarlo según principios freudianos.
Su padre, Max Graf, era miembro del círculo de Freud desde 1900. Desde que Hans tenía tres años anotaba todo lo que decía, y enviaba esas observaciones –que misteriosamente confirmaban la teoría-  a Freud.
En 1908, a los 4 años de edad, empieza a tener fobia a los caballos –algo que el mismo niño atribuye al hecho de ver cómo caía un caballo, historia confirmada por la madre.

Hans:- “Cuando se cayó el caballo del ómnibus tuve miedo, de verdad. Fue en ese momento cuando cogí la tontería (fobia).”

Pero si las cosas fueran así de sencillas los analistas no tendrían trabajo, de modo que Freud supuso que los caballos eran un “símbolo”, y que el verdadero motivo de la fobia de este niño de 4 años era... sexual.
Comenzó así uno de los más célebres análisis por correspondencia de la historia del Psicoanálisis (sólo comparable en falta de rigor al análisis de libros del caso Schreber o Leonardo Da Vinci). El tratamiento consistía en sesiones de preguntas y respuestas llenas de manipulación y refuerzos, que llevaban al Pequeño Hans a decir lo que su padre quería oír, o simplemente a fabular hechos absurdos y contradictorios. El niño había entendido la situación y alguna vez expresó, feliz:

Hans-  “Vamos a escribir alguna cosa para el Profesor (Freud).”

De antemano, el resultado que la terapia debía dar era éste, según palabras de Freud:
  
Me entendí con el padre para que le dijese al niño que toda esta historia de caballos era una tontería y nada más. La verdad, era que Hans amaba enormemente a su madre, y que  quería que lo llevase con ella a su propia cama.”


La tarea no era  complicada, pues se trataba de manipular y hostigar a un niño de 4 años hasta hallar las preciadas confirmaciones de la teoría freudiana. A este respecto, Freud mismo explica, sin pudor:

“En el transcurso del aná­lisis se le han de decir a Hans muchas cosas que él mismo no sabe decir, le han de ser presentadas unas ideas acerca de las cuales nada ha revelado todavía ante él su presencia, y su atención debe ser conducida en la dirección de la cual su padre está a la espera de que surja alguna cosa. Esto debilita la fuerza de convicción del análisis; pero en todo análisis se actúa de la misma forma.”(Análisis de la fobia de un niño de cinco años, 1909).

Los fragmentos del caso son reveladores sobre el “método” psicoanalítico, su forma de obtener confirmaciones a la fuerza, o de inventarlas a partir de hechos contrarios a la teoría. Veamos algunos detalles.
Insistiendo con caballos, el pequeño Hans dijo haber oído que los caballos mordían. El padre, freudiano imperturbable, replicó:

Max Graf:- “Me parece, ¿sabes?, que no es en un caballo en lo que estás pensando, sino en una cosita de hacer pipí, que no se puede tocar con la mano.”
Hans: - “Pero sin embargo una cosita de hacer pipí no muerde.”
Max Graf:- “De todos modos quizá sí que lo haga.” (?)


Luego de interrogatorios como este el niño aceptó que su miedo a los caballos era por tocarse “la co­sita de hacer pipí”, lo que sirvió para que Freud estableciera de una vez y para siempre que las fobias se vinculaban forzosamente a la masturbación.
Cuando visitan el zoológico, Hans teme a todos los animales grandes. Su padre le explica:

Max Graf:- “Los animales grandes tienen una cosita de hacer pipí muy grande, y en realidad de lo que tienes miedo es de las cositas de hacer pipí que son grandes.”

Cuando su padre lo reprende por tratar de colarse en un jardín cerrado con cuerdas, Freud opina, seguro:

El vislumbra que está prohibido ponerse en posesión  de la madre; ha chocado con la barrera del incesto. “

Si Hans sueña con una jirafa, y el padre interpreta el sueño:

Max Graf: -“La gran jirafa soy yo o, más bien, el pene grande (el cuello largo); la jirafa arrugada, mí mujer o, más bien, su miembro; he ahí, por tanto, el resultado del esclarecimiento.”

No hay que decir que daba lo mismo si el niño soñaba con tortugas, camellos, o asteroides: ya sabemos cómo terminan las interpretaciones freudianas.
El niño es llevado a consulta, y es la segunda vez que Freud lo ve. Aprovecha para explicarle sus teorías, que el niño no cree. Aparentemente, Hans temía a los caballos que llevan algo negro en la boca (anteojeras), pero Freud saca esta explicación de su galera:

“… le pregunté (dice Freud) si con lo negro alrededor de la «boca» quería significar el bigote, y le revelé que tenía miedo a su padre justamente por querer él tanto a su madre. El no podía menos que creer, le dije, que el padre le tenía rabia, pero eso no era cierto: el padre le tenía cariño, y podía confesarle todo sin miedo. Que hacía mucho tiempo, antes que él viniera al mundo, yo sabía ya que llegaría un pequeño Hans que querría mucho a su madre, y por eso se vería obligado a tener miedo del padre; y yo le había contado esto a su padre. “

Para que se vea cómo de extraña era la situación en ese momento el padre interrumpe a Freud para increpar a su hijo de cuatro años:

Max Graf: - “¿Por qué crees tú que te tengo rabia? ¿Acaso te he insultado o te he pegado alguna vez?”

De regreso a casa, sorprendido por la omnisciencia de Freud, el niño pregunta:

Hans: -“¿Acaso habla el profesor (Freud) con el buen Dios, pues puede saberlo todo desde antes?”

El niño había acertado: uno de los principales problemas de Freud era que lo “sabía todo desde antes”; luego, sólo restaba buscar o inventarse los datos que le den la razón. Veamos un ejemplo: Freud había decidido de antemano que todo  estaba vinculado al Complejo de Edipo, y que Hans quería matar a su padre para acostarse con su madre. Así lidia con los datos contradictorios:

•Hans: - “¿Por qué me has dicho que yo quiero a mamá y que es por eso que tengo miedo, cuando yo te quiero a ti?”

Freud explica esta frase así:

“Da a entender que en él luchan el amor al padre con la hostilidad hacia él a consecuencia de su papel de competidor ante la madre, y le reprocha que no le haya llamado la atención sobre este juego de fuerzas que necesariamente llevaba a la angustia.”

De hecho, Hans no era hostil con su padre y le profesaba un profundo cariño –más incluso que a su madre. Como era de esperarse, Freud explica esto como “formación reactiva”: Hans odiaba al padre, y ese odio reprimido se manifestaba como cariño. En Psicoanálisis todos los caminos conducen a Roma.
Así, ambos psicoanalistas interpretaron el caballo como un símbolo de la muerte del padre y su consiguiente vinculación edípica, en un principio. Aunque ya desatada la manía interpretativa, Freud propuso que el  caballo podía representar al propio Hans, aunque el padre sospechaba que el caballo significaba la defecación: Hans en realidad tenía miedo a la defecación. El caballo de Hans sufrió nuevas metamorfosis: listamos aquí sus sucesivos significados:

El caballo simbolizaba: el padre, el pene, la madre, Hans, la castración, la defecación, etc.

Finalmente Freud decidió que el niño no temía a los caballos, sino a que su madre diese a luz a otro niño…
A medida que el tratamiento por carta seguía, el miedo de Hans a los caballos se incrementaba, lo que ciertamente parece nimio considerando el servicio de comprobación constante que estaba prestando a las ocurrencias psicoanalíticas.

A través del relato del caso descubrimos que el Pequeño Hans, de 4 años:
Estaba angustiado por la represión sexual.
Se interesaba por los animales porque estos muestran sus genitales.
Saltaba y se movía por todas partes porque “ese placer de moverse implica el impulso del coito” (Freud, Análisis de una fobia en un niño de cinco años).

“El caballo fue siempre para el niño el modelo del placer de movimiento («Soy un potrillo», dice Hans en tanto da brincos, pero como este placer de movimiento incluye el impulso al coito, la neurosis lo limita, y el caballo es entronizado como imagen sensorial del terror.”

Y quería ser mayor por cuestiones sexuales.
Hans –este pequeño perverso- es también voyeur, homosexual (por haber abrazado a su primo), onanista, exhibicionista, sádico, polígamo (?),  además de querer tener sexo con la madre y matar al padre.
Tantas confirmaciones juntas hacen exclamar a Freud, con incierta perplejidad:

“…la imagen de la vida sexual del niño que se desprende de la observación del pe­queño Hans se corresponde estrechamente con el cuadro que di en mi teoría sexual.”

¡Qué coincidencia!
Abraham, después de leer el caso, se regocija:

“Es verdaderamente una gran satisfacción la de encon­trar de una manera tan clara y distinta en el niño lo que fue deducido a partir de análisis de adultos. Este sentimiento se expresa en cada línea.”

Casi como si lo hubiesen inventado.
Consignamos algunas incoherencias mencionadas por Van Rillaer, a quien seguimos en el análisis de este caso –y en muchas otras cosas:

1- El niño debe su fobia a la represión, aún cuando fue educado libremente, según los principios del psicoanálisis. Freud mismo lo asegura:

“Hans no fue intimi­dado, no está embarazado con ningún sentimiento de culpabilidad, y expresa por consiguiente de manera ingenua lo que piensa.” (Tres ensayos sobre sexualidad 1907).

Y Luego:

“¡Nuestro pequeño Hans parece realmente un dechado de todas las perversidades!” (Análisis de la fobia de un niño de 5 años, 1909).

2- Aunque Hans demostrara cariño al padre y temor a los caballos, Freud se pregunta, contrariado:

“¿Por qué  el pavor que experimenta ante el «símbolo» (caballo) le lleva a buscar la seguridad junto al objeto «verdaderamente» amenazador (el padre, según Freud)?”

3- De todas las interpretaciones del significado del caballo (recordemos, el caballo fue un pene, el padre, Hans, su madre, la defecación y la castración), ¿cuál era la representación patógena? No lo sabemos. Por fortuna, en Inhibición, síntoma y angustia (1926), Freud explica cómo el caballo se convierte en símbolo del padre:

“Tal desplazamiento es posibilitado o facilitado por la circunstancia de que a esa tierna edad todavía están prontas a reanimarse las huellas innatas del pensamiento totemista.”

Es decir, o Hans era un aborigen, o los recuerdos se transmiten genéticamente, como el color de ojos.
También en ese texto nos explica porqué temía Hans ser mordido, omitiendo la anécdota de que el niño había oído sobre esto:

“…su angustia de que el caballo lo muerda puede completarse, sin forzar las cosas: que el caballo le arranque de un mordisco los genitales, lo castre.”

Da algo de risueña piedad leer “puede completarse sin forzar las cosas”…

 4- Según Freud la fobia se debía al Complejo de Edipo. Aún así, esta interpretación no hizo desaparecer la fobia.
El resultado final del caso es este, según Freud:

“Su fobia le imponía muchas restricciones en libertad de movimientos, y tal era su propósito... después de todo, la fobia de Hans por los caballos era un obstáculo para que él saliera a la calle, y podía servir como un medio de permitirle permanecer en casa con su amada madre. De esta manera, pues, su afecto por su madre logró triunfalmente su objetivo.”

Como si la enfermedad mental tuviera necesariamente un propósito.
A modo de conclusión, reproducimos la opinión de Eysenck al respecto:

“Reproduce una ausencia completa de actitud científica en Freud, una ingenua fe en la interpretación de una naturaleza altamente especulativa, un desinterés y una falta de respeto por los hechos observables, una incapacidad para tener un cuenta teorías alternativas, y una creencia mesiánica en su propia infalibilidad, junto con un desprecio hacia sus críticas.”  

Epílogo:

El Pequeño Hans creció y se convirtió en Director de Orquesta, y eventual defensor del Psicoanálisis.
En una entrevista de 1972 confesaba no recordar nada del hecho ni darle ninguna importancia.

No recordé nada de esto hasta años más tarde, cuando me encontré de casualidad con un artículo en el estudio de mi padre y reconocí algunos de los nombres y lugares que Freud había conservado sin modificación”. 



Fuentes:

Jacques Van Rillaer, Las ilusiones del Psicoanálisis (1980).
Hans Eysenck, Grandeza y decadencia del Imperio Freudiano (1985).
Freud, Sigmund, El esclarecimiento sexual del niño (1907).
                              Sobre las teorías sexuales infantiles (1908).
                             Análisis de la fobia de un niño de 5 años (1909).
                             Inhibición síntoma y angustia (1926).
                             Moisés y el monoteísmo (1939).

Francisco Rizzo, Memorias de un hombre invisible -Entrevista con Herbert Graf - (1972). 

3 comentarios:

  1. Lo curioso es que para quererlo dejar como un fraude el análisis esta muy bien hecho. pero quisiera dejar una pregunta al autor-o autores- que pasaría si se tratara de Uds? Cómo se sentirían si muchos de sus sentimientos fueran removidos, de esa parte que llamamos Inconsciente??!! Y es que,muchos o gran parte de nuestros problemas (y en algunos casos de traumas),tienen una base edípica; y en ocasiones hasta de las primeras fases en evolución.

    Para muchos quizá un chantaje...Pero para otros, ha sido un motivo de superación. Y eso que en PSA no se habla de cura, pero ya ven...

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    1. 1- ",muchos o gran parte de nuestros problemas (y en algunos casos de traumas),tienen una base edípica"
      No, no tienen, como tampoco se deben al pecado original.
      2- "Para muchos quizá un chantaje...Pero para otros, ha sido un motivo de superación."
      Y es irrelevante. Para muchos, Jesús es fuente de superación, lo que no implica que Jesús sea efectivo o exista.

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  2. Estimado Omar Jaramillo C ¿Cuánto cobras por sesión de consulta o terapia kármica?

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