sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis, la Crítica y la Censura. V: El Libro Negro y el Antilibro Negro del Psicoanálisis.

EL LIBRO NEGRO DEL PSICOANÁLISIS.



  El Libro Negro del Psicoanálisis se publicó originalmente en Francia, en el año  2005, por parte de la editorial Les Arènes.
A la fecha, lleva varias traducciones y fue ampliamente vendido, comentado, criticado y, por desgracia para los psicoanalistas,  leído.
Tiene, como casi toda obra de conjunto, un valor vario. Las anécdotas de pacientes quejándose de su experiencia terapéutica son prescindibles, así como también las notas de psicoanalistas disidentes que analizan a Freud, o las referencias a la etnopsiquiatría.
Sin embargo, es extraordinariamente útil como fuente de referencia, en tanto reúne buena parte de la crítica al Psicoanálisis desde el punto de vista histórico, terapéutico, epistemológico, etc.
Reseñaremos algunas críticas al Libro Negro, cuyo contenido Onfray resume risueñamente así:

…un panfleto redactado contra Freud y el psicoanálisis para poner por las nubes y promocionar las famosas TCC (terapias cognitivo conductuales); una mezcolanza de colaboraciones, algunas de las cuales provenían de gente comprometida con antisemitas; una trama de odio personal contra Freud; un conglomerado de aproximaciones y errores fácticos”.

Como todas las críticas repiten unos 4 puntos, los responderemos de antemano:

1- El libro es una propaganda de los comportamentalistas, sus autores”:
De los 40 autores del Libro, 16 son psicólogos o psiquiatras, y de esos 16, sólo 9 son terapeutas comportamentales; entre las terapias puestas como alternativa están la psicofarmocología, la etnopsiquiatría, etc.

2- “El libro presenta falsedades, mentiras e inexactitudes”:
Esto es una afirmación que exige algún tipo de evidencia. Si esa evidencia no es proporcionada, no vale la pena perder tiempo en ella.

   3- “Critican a Freud porque lo odian, o las críticas se deben a una conspiración político-económica-sanitaria”:
El valor de una proposición no depende de las emociones de su emisor; una crítica puede ser válida independientemente de su motivación psicológica –real o inventada. Por otra parte, los términos empleados por Psicoanalistas para hablar de sus críticos o de otras terapias no son nada comedidos (hay varios ejemplos más abajo).

4- “Toda otra terapia y las TCC especialmente son inferiores o malignas”:
Esto no hace en nada a la cuestión. Incluso si esa afirmación fuera cierta, no serviría para desentenderse de las críticas al Psicoanálisis.

Pero antes de reseñar las reseñas, empecemos con una introducción en la materia de destrucción de libros.   


EL CASO BENESTEAU, O EL ANTISEMITISMO INVISIBLE O ENMASCARADO.

En el año 2002, Benesteau publica “Mensonges freudiennes”, libro menospreciado y desconocido por el público general, aún después de haber ganado el premio a “Mejor Libro del Año” de la Sociedad Francesa de Historia de la Medicina.
  François Aural, uno de los pocos que lo reseñó en su momento, comunica que 16 editores franceses habían rechazado el libro, que finalmente se publicaría en  Bélgica, por la Editorial Mardaga. El libro pasa en silencio en Francia…

Excepto por Aural y, posteriormente, Roudinesco:

Roudinesco en “El club del reloj y el psicoanálisis, crónica de un antisemitismo enmascarado”, vincula al autor a la extrema derecha y al antisemitismo, pero un antisemitismo enmascarado, inconsciente, invisible…


Roudinesco nos explica a todos los críticos americanos así:

“La nueva ciencia del espíritu ha fabricado un homo pharmacologicus posmoderno capaz de vencer al hombre trágico freudiano. Ese hombre comportamental no tiene otra salida que someterse al imperativo del fin de la historia. Por su mayor felicidad, él debe renunciar a toda forma de libertad para devenir esclavo de sus neuronas y su cognición: ni afecto, ni sufrimiento, ni palabra, ni rebelión.”

Es un misterio cómo una idea en sí misma vana –como el fin de la historia- puede afectar a los pacientes.

“El Autor de ‘Mentiras Freudianas’ parece ignorar que el Psicoanálisis fue prohibido en todas partes por los poderes dictatoriales…”

Roudinesco, en otro libro (¿Por qué el Psicoanálisis?, 1999) dice exactamente lo contrario:

Las dictaduras militares no han impedido la expansión del psicoanálisis en América latina (particularmente en Brasil y Argentina)”.


https://drive.google.com/file/d/0B83BdhJXLCcBcmZ5WWtiUTB6ajQ/view?usp=sharing


Pero como veremos la contradicción no es rara en esta autora. Continuemos con las “pruebas” de Mme. Roudinesco:

“El autor de ‘Mentiras Freudianas’ dice que no existía ningún antisemitismo en Viena ‘entre el fin del siglo XIX y el Anschluss’, porque, cito ‘más de la mitad de los médicos y de los abogados eran judíos, así como la mayor parte de los bancos y la casi totalidad de la prensa estaba dominada por judíos’”.

De hecho, Benesteau aquí no hace más que citar a Paul Roazen, autor que nadie acusó nunca de antisemita.

“La obra de Benesteau mezcla la posición cientificista con la peor retórica de inspiración antisemita y negacionista“.

Y nos explica que: “En Francia, diferentes leyes prohíben la expresión del antisemitismo directo. En consecuencia, los autores de libros negacionistas o antisemitas, cercanos a la extrema derecha francesa, especialmente el Club del Reloj, han adquirido la costumbre, para designar a su enemigo, de remplazar la palabra ‘judío’ por “bolchevique”, o ‘comunista’. Ellos inscriben este ‘enemigo’ en las ‘listas’, y los acusan de complots ‘comunitaristas’, o de crear ‘falsas ciencias’, o de constituir redes mediático políticas”.

Benesteau querelló a Roudinesco por sus acusaciones; en esa querella, unió su demanda a aquélla del Club del Reloj, lo que significó emplear su abogado, el abogado de extrema derecha que también defendió a Le Pen. El caso fue declarado nulo: el juez que fallaba en la causa determinó que las proposiciones no eran para nada claras y que no podía resolver nada al respecto. Esto fue interpretado, por supuesto, como una victoria por Roudinesco, que incluso sugiere que la decisión de la corte es una especie de prueba de que ella, al acusar de antisemita a Benesteau, tiene razón.
El problema con Benesteau es más extraño aún. Aparentemente en Francia la acusación de ser “de derechas” es sumamente grave, y sirve para sellar un destino incluso si faltan pruebas.
Van Rillaer cuenta que a petición de Meyer, editora del Libro Negro, suprimió las referencias a Benesteau de sus textos, pues, aunque no hubiera pruebas de que éste estuviera ligado a la extrema derecha o fuera antisemita (Benesteau negó las dos acusaciones), la prensa ya había dictado su culpabilidad, y ésta podía contagiarse incluso a quienes lo citaran…
La omisión de Benesteau del Libro Negro se debe estrictamente a motivos políticos que, además, son falsos.
Van Rillaer comenta el hecho en el siguiente texto:

EL CASO ROUDINESCO.


A fines de Julio del 2005, Le Nouvel Observateur propuso un debate a Van Rillaer sobre el Libro Negro. Van Rillaer propuso al psicoanalista Daniel Widlocher, quién se rehusó. La segunda elección fue Elizabeth Roudinesco, quien tampoco aceptaría, sugiriendo que ella no hablaba con “antisemitas”.
Laurent Jouffrin, infructuosa organizadora de ese debate escribió:

Elizabeth Roudinesco se rehusó a debatir con cualquier autor del Libro Negro. Seguidamente, nos instó a guardar silencio pura y simplemente sobra la obra, y a remplazar los fragmentos que habíamos escogido por una larga entrevista con ella. El libro, según ha dicho ella, es políticamente sospechoso, al límite del antisemitismo. Acusación tan grave como ridícula…”


Roudinesco advirtió “Yo preferí abstenerme y conceder una entrevista a L’Express. No quería contribuir a la difusión de un libro de pura demolición de Freud y el Psicoanálisis”.

En Liberation, el 17 de Septiembre, aclara: “…no se discute con quiénes te quieren matar. Se habla de ellos sin ellos”.

El 12 de Octubre de 2005,  en una entrevista televisiva de France Culture habla de una “teoría de complot”, y reitera sus temores: “no se puede hablar con personas que te quieren asesinar…”

Como señalan Bianco y Freixa: “Las intervenciones de Roudinesco no ocurren nunca en presencia de personas que la puedan contradecir”.

Para las referencias, Bianco et Freixa -  “Roudinesco ou comment utiliser les medias pour discrediter les opposants a la theorie freudienne”:

Esta es la entrevista concedida a L’Express en 5 de Septiembre de 2005, titulada “Roudinesco contraataca”:


Ésta será la entrevista modelo de la que todos los demás psicoanalistas tomarán los sofismas, para repetirlos una y otra vez.

Empezamos con hombres de paja:

“Freud es tratado de mentiroso, falsario, plagiario, disimulador, propagandista y padre incestuoso”.

En el libro no se lo acusa de “padre incestuoso”, aunque sí de todo lo otro –con pruebas que hasta ahora no se han dignado a refutar.

“Afirmaciones falsas y sin fundamentos”, por supuesto, no hay un solo ejemplo de esto, por lo que podríamos sospechar que es una afirmación falsa y sin fundamento.

Roudinesco se queja de “la lengua pobre y vulgar” del libro y nos dice que “es una requisitoria fanática que se sitúa en la tradición del revisionismo”.

Luego miente: “…después de haber hecho prohibir, en 1996, una gran exposición sobre Freud en Washington”.

Esto nunca fue una prohibición. Veamos qué hay detrás de esta acusación:

En “Une histoire de l’anti freudisme” (entrevista con Sylvam Bourmeau, de 16 de Julio de 2010 para Mediapart) Roudinesco afirma:


"...en 1995, se dio un gran debate en los Estado unidos al momento de la organización por la Biblioteca del Congreso de Washington de la exposición sobre el centenario del Psicoanálisis (…) en la que no figuraban ni los trabajos de los historiadores críticos ni los de los revisionistas. Es en ese momento cuando yo me desvinculo, al igual que muchos otros historiadores, de la corriente de Borch-Jacobsen y los ultrarevisionistas, porque ellos habrían de devenir en los destructores de Freud -Freud bashers- e intentaron prohibir la exposición, la cual fue entonces demorada hasta 1998".

Sin embargo, en “Por qué el Psicoanálisis” contaba la historia así:

“En diciembre de 1995, en el momento en que se organizaba en la Library of Congress (LOC) de Washington una gran exposición sobre Frcud (…) una petición firmada por cuarenta y dos investigadores independientes, norteamericanos la mayoría, fue dirigida a James Billington, director de la LOC, a Michael Roth, curador de la exposición, y a James Hutson, responsable del departamento de manuscritos. Los firmantes, entre los cuales se hallaban excelentes autores (Phyllis Grosskurt, Elke Mühlleitner, Johannes Reichmayr, Nathan Hale y otros), criticaban el carácter demasiado "institucional" del futuro catálogo y reclamaban que figuraran sus propios trabajos”.

Veamos cómo “prohibieron” la exposición:

 “…dos de los organizadores de la petición, cuyo fanatismo ya conocemos -Peter Swales y Adolf Grünbaum-, iniciaron una virulenta campaña de prensa contra Freud, acusándolo de haber abusado sexualmente de su cuñada y de haber sido culpable de charlatanería. Asustados por esta caza de brujas, los organizadores de la exposición prefirieron suspenderla”.

https://drive.google.com/file/d/0B83BdhJXLCcBcmZ5WWtiUTB6ajQ/view?usp=sharing

¿Esto es un intento de prohibición? ¿Una de las Bibliotecas más grandes del mundo se “asustó”?
Borch-Jakobsen comenta que en realidad el retraso se debió a problemas de fondos. Aquí pueden hallar las cartas dirigidas:

Algunas referencias más sobre este caso, al final de esta nota:


Continuemos con Mme. Roudinesco:

“Los autores invitan a los pacientes a abandonar los divanes para reunirse con ellos que, hoy, serían los únicos capaces de curar a la humanidad de sus problemas psíquicos: los psiquiatras partidarios de las terapias cognitivo comportamentales (TCC)”.

De los 40 autores del Libro, 16 son psicólogos o psiquiatras, y de esos 16, sólo 9 son terapeutas comportamentales.

Sus interpretaciones psicoanalíticas:

“Se diría que esta doctrina toca alguna cosa esencial –la subjetividad humana, el inconsciente, algo que se nos escapa-, que provoca reacciones desmesuradas”.
“(El psicoanálisis) ha sido considerado ‘ciencia boche’ por los franceses (…) mientras que los escandinavos la calificaban de ‘ciencia latina’, inventada en Viena, la ciudad decadente de Freud, y por lo tanto degenerada”
“Los nazis la designaron ‘ciencia judía’ o ‘judía-bolchevique’. Luego, fue decretada ‘ciencia burguesa’ por los estalinistas después de 1949, e ‘ideología americana’ en el contexto de la guerra fría.”
“A partir de los años 60, el relevo del odio a Freud es retomado por los cientificistas, que acusan al Psicoanálisis no ya de ser una ciencia burguesa o judía, sino de ser una falsa ciencia, una ilusión religiosa de la que Freud sería el mesías”.

Nótese que no hay ningún matiz y en esta penosa lista se mezclan sin problema nazis e historiadores; científicos y políticos; obispos y comunistas. Recuerda acaso la enumeración de Swift al final de su libro célebre:

“No me fastidia el espectáculo de un abogado, de un ratero, de un coronel, de un tonto, de un lord, de un tahúr, de un político, de un rufián”.

Y desinformación sobre las TCC:

“Pretenden curar por métodos directivos que reducen el sujeto a sus comportamientos”.

Buena parte de sus ideas –no esperen otras- se repiten en otra entrevista:

Destacamos algunas citas:

“Las cifras son falsas, las afirmaciones inexactas, las referencias bibliográficas están truncas, y el índice es un tejido de errores”.

Desde luego, tales condiciones supuestas –no da un solo ejemplo- le permiten afirmar que “los autores han abandonado todo espíritu crítico para librarse a denuncias extravagantes”.

“En realidad, los textos ensamblados por la editora (…) son resúmenes de libros ya publicados en inglés, alemán o francés, perfectamente conocidos por los especialistas en la historiografía freudiana”.

Aunque Roudinesco se queja de que el Libro Negro es un conjunto de textos, ella no vacila en hacer lo mismo, y varios de sus libros contienen, además de sus textos para la prensa, la colaboración de otros psicoanalistas, que también reeditan los textos que escribieron para la prensa…

“El fin de esta operación editorial –el Libro Negro- es, por un lado, dañar a una disciplina y sus representantes (…) y por otro, armar una operación clásica de comercialización.”

Advierte que “…numerosos pasajes son difamatorios, y podrían ser objeto de una revisión por parte de abogados”.

Para terminar con una defensa del caos, la falta de rigor, y el opinionismo:

“… la ideología de la revisión sistemática es uno de los elementos mayores de esta pulsión evaluadora generalizada que ha invadido las sociedades liberales y que reducen el hombre a una cosa y el sujeto a una mercancía, todo con la pretensión de obedecer a los principios de un  nuevo humanismo científico”.

Dos meses después de que saliera el Libro Negro, Roudinesco reedita sus entrevistas en “Porque tanto odio, anatomía del libro negro del Psicoanálisis” (Ediciones Navarin, 2005). Es la respuesta, en 91 páginas, a las 800 páginas del Libro Negro. Tres de cuatro capítulos son la reedición de sus apariciones mediáticas –algo que hizo en “¿Por qué el psicoanálisis?”.  El último capítulo corresponde a otros autores, también psicoanalistas, que también reeditan sus intervenciones en la prensa…


EL CASO ONFRAY.

Por qué tanto odio, la segunda parte”, es el libro de Roudinesco sobre el libro de Onfray, “Freud, el ocaso de un ídolo”.
Veamos sus argumentos:

“…no es un historiador e ignora todos los trabajos realizados durante cuarenta años por los historiadores reales de Freud y el  psicoanálisis”.

Algo que es falso. La desordenada bibliografía da buena cuenta de las lecturas de Onfray.

“…rehabilita el discurso de la extrema derecha francesa (Debray-Ritzen y Bénesteau, en particular) con el cual mantiene una verdadera complicidad”.

Debray-Ritzen es parte de la derecha francesa, pero no Benesteau. En cualquier caso, eso no afecta necesariamente a sus argumentos.

“A esta humanidad monoteísta (judía, cristiana, musulmana) exclusivamente dedicada al odio y a la destrucción, Onfray opone una humanidad ateológica, preocupada de la llegada de un mundo higienista, paradisíaco, hedonista: orquestado por un dios solar y pagano, enteramente habitado por la pulsión de vida y donde Onfray, sería el representante sobre la tierra con la misión de inculcar a sus discípulos la mejor manera de gozar sexualmente de su cuerpo y del cuerpo de sus vecinos: por la masturbación.”

Si esto les parece estrafalario…

Para vengarse del odio que le inspiró su madre, decidió  atacar aquél  que  considera como  el  responsable de  todas  las conspiraciones contra el padre: Sigmund Freud, del que se sabe que fue adorado por su madre. Onfray lo había admirado a tal punto de leerlo desde su infancia masturbándose (Philosophie Magazine, 36, febrero de 2010, p. 10) después  de incluir su gloriosa historia en la de la ateologia (Tratado, p. 265). Pero he aquí que, desde su conversión, Onfray denuncia el complot freudiano que consiste, según él, en promover el odio de los padres y la adoración de las madres para seducirlos mejor sexualmente: tal es, según él, la esencia del psicoanálisis, puro y simple relato autobiográfico de este fundador depravado cuyo asesinato ‘no había premeditado’”.

Roudinesco nos explica que “La historia de odio en relación a Freud es tan antigua como el Psicoanálisis. Ninguno habla impunemente de sexo, del secreto de la intimidad, de los asuntos de familia, de la pulsión de muerte (?) y de la barbarie de los regímenes que esclavizan mujeres (?), homosexuales, marginales y anormales sin pagar un precio por eso”.

Freud, según Roudinesco.

Es el momento de preguntarnos de qué está hablando. Ciertamente el Psicoanálisis freudiano no parece tener las características libertarias que le atribuye. Y las críticas a Freud no se debían a que hablara de sexo, sino a su pansexualismo libre de datos. La sexualidad ya tenía libros como  “Psychopathia Sexualis (1886) de Kraftt-Ebing o “Man and Woman: A Study of Secondary and Tertiary Sexual Characteristics (1894) de Havelock Ellis.

“En Francia hay una mixtura inconsciente entre antifreudismo, racismo, chauvinismo y antisemitismo fundada en el odio por las élites y el populismo”.

Roudinesco es la misma autora que en su "Vida de Lacan" escribe que Lacan, Pichon, Laforgue, etc. eran miembros de Acción Francesa, organización de extrema derecha liderada por el monárquico, chauvinista y antisemita Charles Maurras… Incluso Laforgue fue el encargado, durante la ocupación alemana, de intentar pactar una colaboración con los nazis para resguardar el Psicoanálisis –como lo hicieran antes Jones y Freud, en Alemania y Viena (ver nota en este blog: http://sobre-el-psicoanalisis.blogspot.com.ar/2014/05/el-psicoanalisisantisistema.html ).

LOS OTROS TEXTOS:

Guillaume Mazeau, titula “Onfray o el fraude” su artículo. Se contenta con decir que el Libro de Onfray “es un síntoma”, y el Libro Negro  es “siniestro”, en una argumentación que termina diciendo que las terapias dominantes son las de autoayuda y las medicamentosas.

Franck Lefevrel, en “Los vínculos peligrosos de Onfray” añade que el libro hace referencia a autores de extrema derecha, como Debray-Ritzen y Benesteau (?), Su mayor hallazgo es decir que “acusar a un pensador judío (…) de ser ganancioso, mentiroso, perverso e ideólogo de una vasta conspiración mundial para extender su imperio sobre el mundo es exactamente lo que se acostumbra calificar como antisemitismo, y si no fuera eso, lo sugiere escandalosamente”.

Los otros textos del libro no merecen reseña alguna.

Roudinesco ha desarrollado el poder de la “escritura mediúmnica”, en tanto parece escribir a través de otras personas, como es el caso de Carpintero:

Enrique carpintero, en un artículo cuyo inesperado título es “El Psicoanálisis es un plural” repite más o menos sin citar las ideas de Roudinesco.


Analiza la tapa del Libro Negro:

“En la tapa aparece la cara de Freud, formando un polígono de tiro.”

(En realidad lo que aparece es una diana de puntería, o blanco de anillos; un polígono de tiro es el lugar en que se practica el tiro).

“El objetivo del marketing editorial está logrado: un buen packaging para una información conocida por todos los psicoanalistas, presentada para un público en general”.

Hay que ser muy generoso para decir que todos los psicoanalistas conocen esa información. Yo, y cientos de otras personas hemos descubierto que la leyenda freudiana sigue vigente, e incluso se agranda (por ejemplo con el bulo reciente de que Freud recomendó internar a Hitler).

Y continúa con más Roudinesco, pero sin mencionarla,  lo que no es  sorpresa, dado que buena parte del Psicoanálisis –y la pseudointelectualidad argentina- no vive de otra cosa que de regurgitar lo que se piensa, mal o bien, en Francia:

“La crítica se sostiene en un paradigma de época: el revisionismo histórico neoliberal que se basa en la vida íntima del sujeto para descalificar su producción teórica. Por ello Freud es presentado con todos los calificativos posibles: cocainómano, misógino, plagiador, mentiroso, falso, padre incestuoso, manipulador, etc. “

Freud no es presentado en ninguna parte como padre incestuoso. En cuanto a los otros calificativos, se fundamentan en cada página del libro, algo que hasta ahora Carpintero no hace.
En un párrafo notable por su parcialidad, Carpintero nos explica la génesis del Libro Negro:

“En el 2003 el doctor Accoyer (…) propone reglamentar el ejercicio de la psicoterapia. En la primera versión incluyó a los psicoanalistas. Luego de arduos debates y presiones éstos quedaron afuera. Más adelante el Ministerio de Salud de Francia publica un informe donde se destacaba la “incomparable eficacia” de las Terapias Cognitivas Comportamentales (TCC) frente a los “misteriosos meandros del psicoanálisis”. Nuevos debates y presiones. El informe fue retirado de la circulación y los representantes de las TCC denunciaron “una censura científica”. Había que atacar el psicoanálisis. Para ello contaron con la colaboración de los “Freud words”, quienes en 1996 intentaron anular la exposición sobre Freud en Washington.”

Sin ninguna vergüenza, el autor nos cuenta sobre dos de los peores casos de censura y manipulación del lobby psicoanalista de Francia, para concluir con “había que atacar al Psicoanálisis”. (Más sobre estos dos casos de censura en esta y esta nota.)
No sabemos de dónde saca a los “Freud Words”, pandilla de intelectuales que ni siquiera existe (puede tratarse de los “Freud scholars”, o “Freud bashers”), y ya se dijo arriba cómo fue esa “prohibición”…
Luego las mentiras continúan:

“Está escrito por 44 autores que reeditan trabajos históricos, teóricos, investigaciones y testimonios que apoyan las TCC.”

Son 40 autores, y en la mayoría de los casos ni siquiera se habla de TCC.

La pintoresca falacia de changing the goalposts, que supone que el Psicoanálisis es, siempre, “otra cosa”:

“…el psicoanálisis que debaten los autores ha cambiado desde que lo practicaba Freud hace un siglo.”

El absurdo banal:

“En este sentido los diferentes ataques y críticas que tuvo durante todo este tiempo demuestran la vitalidad de su pensamiento.”

Lo que se puede decir también del nazismo.

Razonamientos poco menos que inexplicables:

“Es cierto, en la actualidad muchos psicoanalistas han dejado los espacios sociales y políticos. De allí que este texto no profundiza en cuestiones epistemológicas, teóricas o clínicas ya que su objetivo es político: defender una política donde en el síntoma desaparece un sujeto histórico-social”.

¿De allí? Buena parte del Libro Negro trata el Psicoanálisis desde el punto de vista epistemológico, teórico y clínico…
Como corresponde, Carpintero cree que antes que comentar puntos específicos del libro, es mucho más conveniente la vaguedad, la interpretación de intenciones, y la retórica posmoderna:

“La perspectiva postmoderna al plantear el “fin de la historia” lleva a que el sujeto se adapte a los tiempos que corren. Por ello su oposición al psicoanálisis. Este es heredero de los grandes relatos. Esa es su fuerza, ya que el tiempo actual no da lugar al tiempo que supone encontrarse con uno mismo. Se postula un sujeto sin identidad, sin deseo, sin historia, sin la posibilidad de realizar un proyecto.”

Aparentemente, antes de que Fukuyama planteara el fin de la historia, los sujetos no se adaptaban. Ello, por no hablar de que tampoco se encontraban con sí mismos, no tenían identidad, deseos, historia ni posibilidades de cumplir sus proyectos. En una palabra, la humanidad toda parece haber sido un invento del Psicoanálisis.
Un texto de psicoanalistas no puede estar completo sin alguna vaguedad sobre el DSM y los fármacos:

“Plantear un síntoma sin sujeto es propio de las diferentes técnicas que se validan en la psicología experimental. Esta perspectiva también la podemos encontrar en la psiquiatría biológica que apoyada en los descubrimientos de las neurociencias y la psicofarmacología recurren al DSM IV (Manual de Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos Mentales de la American Pychiatric Association) donde su objetivo no es organizar un tratamiento psicoterapéutico sino clasificar cada trastorno para poder aplicar la droga correspondiente. 

Y así vamos descendiendo hasta una retórica llena de apelaciones a la emoción y política superficial:

“El dolor pertenece a nuestra intimidad pero su percepción es un entramado de factores sociales y culturales. La importancia de todos los desarrollos en la medicina del dolor no puede dejar de lado la fuerza de la cultura que genera un sistema de creencias sobre el dolor. Dicho de otra manera, el síntoma lo produce un sujeto que sufre. No hay dolor sin sufrimiento. Es el sufrimiento el que da un significado afectivo que traduce un fenómeno fisiológico en nuestra subjetividad. Pero este sufrimiento es diferente según los sectores sociales. La civilización no sólo aísla de la incomodidad a las clases dominantes sino que está construida sobre el dolor de los sectores dominados”.
Aquéllos que tienen trabajos precarizados y los desocupados, viven procesos de sufrimiento que atacan las bases mismas de su identidad generando enfermedades psíquicas y orgánicas.”
Lacan, según los psicoanalistas.

Esto es desenfadadamente hipócrita, en tanto el Psicoanálisis no trata especialmente desocupados y changarines, y en general tiende a reducir todo a sus tesis familiaristas: no atiende a los problemas actuales, sino que los remite a supuestos problemas infantiles, cuya repetición o actualización configuraría los problemas actuales.

                                                                                 OTROS INTELECTUALES.

No puede faltar el Papa del Lacanismo, Jacques Alain Miller, que responde a los “anti Freud” en Le Point, nº 1723, de Septiembre del 2005:

Y responde en estos términos:

“Este libro colectivo escande la batalla encarnizada oponiendo en Francia desde hace dos años, a los psicoanalistas discípulos de Freud, con los partidarios de las terapias comportamentales y cognitivas.”

Sí, los diabólicos cognitivos. Pero, aprendamos cuán malos son:

“Las aún desconocidas TCC han nacido en los años '60 en los Estados Unidos”.

Esto es falso, en tanto se han desarrollado en varios países al mismo tiempo.
Veamos un ejemplo de TCC:

“Ejemplo: un tímido será, por una serie de ejercicios, invitado a tomar la palabra delante de un auditorio, después a llamar la atención en público, y por último cantará a grito pelado el "Feliz cumpleaños" en un vagón atestado del metro”.

Sí, está claro que eso hacen las TCC…

Los psicoanalistas rechazan escuchar hablar de evaluación. Manía contable, dicen, alegando que es imposible evaluar una cura, fundada sobre la palabra, cuyos efectos terapéuticos pueden ser variados, invisibles, diferidos, en todo caso incuantificables.”

“Efectos invisibles…”

“Las terapias comportamentales y cognitivas, las TCC, son productos recientes, formateados sobre medida para a ayudar a las gestiones de la salud a bajar los costos”.

“E l psicoanálisis es hoy como un enclave donde no vale la relación costo/ganancia. Es tanto más necesario y tanto más atacado en la medida que la relación de rentabilidad gobierna todo el resto”.

Inexplicablemente, decir cualquier cosa sobre las TCC parece funcionar como refutación a toda crítica contra el Psicoanálisis. Y no importa lo rebuscada o idiota que sea la acusación:

“Con respecto a las TCC, son técnicas de aprendizaje y de condicionamiento y de ninguna manera psicoterapias. Ellas sólo tienen en cuenta el comportamiento observable y cuando integran el funcionamiento psíquico, no es más que a título del tratamiento de la información. La eficacia del condicionamiento ya ha sido evidenciada por una personalidad eminente, el soviético Plavov, en el perro. Intervenir sobre el hombre con los mismos medios, es horrible. ¿Sabía usted que la armada americana consta de equipos especializados de comportamentalistas, designados por el acrónimo BSCT, y que operan tanto en Guantanamo como en Abou Ghraib?”

Todo esto es falso. Las TCC no tienen en cuenta sólo el comportamiento observable en el sentido de negar la cognición, no tienen especial relación con Pavlov –o con los perros-, y el BSCT es un equipo de consultores –no interrogadores ni torturadores.

“Fíjese, son domadores de hombres, como hay domadores de osos, de caballos o de leones. Habiendo triunfado en el adiestramiento animal, intentan hacer parecido con los hombres”.
“Este ‘Libro negro del psicoanálisis’ es el fruto monstruoso de las bodas del comportamentalismo con una banda de famosos chillones que detestan a Freud, en movimiento desde hace 20 años.”


Olivier Douville:

Nos miente diciendo que el reporte del Inserm fue forzado para beneficiar a las TCC. Como es natural, no ofrece ninguna evidencia más allá de su opinión soberana.
Su texto continúa hinchado de retórica en donde abundan los ad hominem y las calificaciones como “ataques groseros”; Cottraux es un dechado de “odios y celos”, presenta un “cientificismo de café” y el estilo en que está escrito el libro, todo este “desagradable  libraco”, es también malo.
Douville prefiere la crítica lánguida, ilegible,  a menudo sin sentido y sin documentación, de autores como Deleuze, Guattari o Ricoeur, y señala que “…hemos pasado del reino de la crítica al régimen de los calumniadores y detractores”.
La coherencia no es su fuerte:

“Da la impresión de un revoltijo de viejas acrimonias sin coherencia y totalmente desnudas de la menor perspectiva científica”.

No obstante esto, luego nos implora:

“… no confiar en la ciencia” para cuestiones que se vinculan a la “vida profesional y sentimental”.

Pero insiste…

“…el comportamentalismo no tiene vínculos con el dominio científico…”

Y, claro está…

“…las terapias comportamentales no se oponen a las prácticas psicoanalíticas con virulencia sino recientemente y por razones de mercado…”.

Por si no se entiende:

La referencia neural (de la conducta) es una pura quimera, inflada como un artificio por razones de captación de clientes”.

Al recordarnos los méritos de Freud nos dice que ha creado: “la metapsicología dinámica, tópica, económica, la sexualidad infantil inconsciente y la noción de pulsión”.

Además de ser una alegación falsa, nada de esto sirve a la psicología.
No falta la patologización de la crítica:

Un fuerte goce irracional ha guiado la pluma de los más encarnizados de entre ellos”.

Y el Gran Final heroico:

“Al oscurantismo de los rectificadores nosotros elegimos el claro-oscuro del Psicoanálisis”.
“Y el Psicoanálisis, como teoría (emplea la palabra Doxa -opinión), y como práctica, saldrá fortalecido”.

El texto:

Olivier Douville, Critique du Livre noir de la psychanalyse.

Bernard Brusset, nos enseña que esta “enciclopedia del mal humor y de la mala fe”, de “críticas repetidas desde el origen del Psicoanálisis, sin método (?), sin argumentación (?), faltas de todo rigor científico y de toda objetividad”, es una propaganda de las TCC.
Como no hay límites para lo que uno pueda afirmar cuando no da ejemplos, no cita fuentes, y no presenta evidencia, Brusset continúa, comparando el libro con teorías más o menos conspirativas, de “el Opus Dei, los Protocolos de los sabios de Sión, el Priorato de Da Vinci, Ángeles y Demonios, etc.”.
Aparentemente, las citas de Lacan y Dolto están sacadas de contexto. Es bueno saber que hay un contexto en donde suponer que los menores acceden al coito con sus padres está bien, según cita de Dolto –quien también sería una de las firmantes de la petición pro-pedofilia que involucraba a Foucault, Derrida, Althusser y otros, que pretendía derogar algunos artículos referidos al consentimiento de menores de 15 años:


Como todo incoherente, no se priva de las contradicciones, y afirma que parte de las críticas a Freud y Bettelheim son válidas, pero como ya son conocidas por los psicoanalistas –único sector digno de la información-, pueden obviarse.

“La eficacia rápida a menor costo se paga a menudo muy cara a largo plazo”.

La demonización:

“La medicina basada en la evidencia, made in USA [en inglés en el original]”.

La conspiración económica:

“…los tratamientos de calidad [léase “psicoanálisis”] estarán reservados a los pacientes afortunados que forman la clientela privada…”

Y la desinformación:

Las TCC consisten sobre todo en reeducar el comportamiento y los “pensamiento automáticos” por corrección de malos aprendizajes y rehabilitación social; permiten hablar de handicaps y de hacer desaparecer la noción de enfermedad mental…”

El texto:
Bernard Brusset,  Une lecture du Livre noir de la psychanalyse, en Revue française de psychanalyse, 2006/2 (Vol. 70).

Wlinter advierte:

“Continuar hoy alzándose contra el trabajo psicoanalítico es frecuentemente la señal de una profunda ignorancia del psicoanálisis, de una confusión de los espíritus a veces absolutamente desconcertante, pero también de un mal trabajo periodístico”.

Las bases de ese rechazo, nos informa, “son tradicionales y cientificistas”.

Veamos algunas de sus afirmaciones flotantes:

Si el psicoanálisis no es una ciencia, él puede indagar qué podría ser una ciencia, y nos puede poner en guardia sobre los daños que podría engendrar una sociedad enteramente sometida a la ideología científica como sustituyente de la ideología religiosa; sustitución innecesaria, porque por otra parte, a menudo, la ciencia y la religión se entienden muy bien.”

La Ley Accoyer es una tentativa de definir, según los criterios de la ciencia, qué es legítimo y qué no lo es”.

Recuerde el Lector que la Ley Accoyer pretendía regular la psicoterapia, en el sentido de que el título de psicoterapeuta esté en manos de profesionales acreditados –como el de médico, abogado, policía, etc., tal como ocurre en Argentina, donde los psicoanalistas –aunque malos- deben ser psicólogos.

Los gabinetes de psicoanalistas son lugares de resistencia al totalitarismo científico (…) crea espacios de resistencia, y es por eso que tiene tan mala prensa en los países totalitarios”.

Países totalitarios como Holanda, cabe ilustrar.

Impensables zonceras cuasi místicas:

Lacan a demostrado que hay una incompatibilidad entre el saber y la verdad y que todo lo que se desarrolla de manera sistemática respecto al saber es un obstáculo para la emergencia de la verdad”.

Sobre la crítica, señala esta notable intuición que es incapaz de aplicarse a sí mismo y a sus colegas:

“…pasar tanto tiempo tratando de demostrar la impostura de los otros puede enmascarar la indigencia de su propio pensamiento”.

Y esto:

“…no preguntamos si, eso que los lleva a denunciar las mentiras de Freud o de los psicoanalistas, no sería el hecho de que ellos quieren hacernos creer que son los dueños de la verdad y que no se les puede sospechar la mentira…”

¿Qué clase de argumento sería este? ¿No podríamos preguntarnos si toda denuncia no tiene este oscuro propósito? Aparentemente, nadie puede denunciar las mentiras ajenas, y aportar pruebas al respecto, sin que caiga sobre sí la sombra de la sospecha.

Jean-Pierre Wlinter, Entretien avec Jean-Pierre Winter La vérité de la psychanalyse, en  Le Journal des psychologues 2/ 2006 (n° 235), p. 42-45.

Para Pierre Mertens El Libro Negro recuerda “las peores horas del totalitarismo. Fascismo y comunismo confundidos”, además de constituir “un pequeño monumento a la estrechez de pensamiento”.
Ya antes había sugerido que “…el libro habla de los psys como se hablaba de los judíos en los años treinta…”, por lo que no nos sorprende:


Y esas fueron las valiosas opiniones de Monsieur Mertens, que pueden hallar aquí:

Pierre Mertens, Les petits bréviaires de la haine, en  Le Soir, le 17 octobre 2005.


Tremine nos ofrece el siguiente argumento:

“…el Libro Negro del Psicoanálisis apareció la misma semana que el Libro Negro de Saddam Hussein (…), y Jean Birbaum tiene razón al notar que, al elegir esos términos, referidos usualmente a los crímenes de masas, se sitúa desde el inicio en el contexto de un oportunismo mercantil que excluye la posibilidad del debate”.

Al menos el Autor nos advierte que no habrá debate. Luego cita a Roudinesco, para ampliar que el libro presenta sobre todo “invectivas, jeremiadas, o la denuncia de un Gran Satanás”.
Igualmente, nada de lo que diga está sujeto a debate, porque el Libro Negro se llama “Negro”, y salió en la misma semana que otro libro sobre Hussein…

Thierry Trémine, Série noire L'Information Psychiatrique, Volume 81, numéro 8, Octobre 2005

Roger Perron titula a su descargo “Noirceurs”, palabra que significa “abismal”, “oscuro”, o “semillas de oscuridad”.
Empecemos:

“Con la publicación del El libro Negro del Psicoanálisis se comete una deshonestidad intelectual”.
Luego sostiene que el Psicoanálisis se puede discutir –él dice hacerlo con sus amigos psicoanalistas- pero no así… Aparentemente, hay un algo misterioso en el Libro Negro que impide la discusión, pero favorece las falacias, las interpretaciones insólitas, las calificaciones, los insultos y la desinformación por parte de quienes no están de acuerdo con su contenido.
Así:

“…esta lamentable obra colectiva, desagradablemente marcada, siempre por su postura tomada, frecuentemente por la ignorancia, a veces por el odio”.

“Las 832 páginas de este libro son una denuncia de una empresa satánica”.

En definitiva, no es como discutir con los amigos psicoanalistas de Monsieur Perron.
Reviste algo de interés el argumento irónico-geográfico:

 “¿Cómo resistir a los estudiosos de Freud (Freud scholars, en el original) si vienen de América?”.

Y el argumento económico:

“Toda la obra se destina a lograr esta conclusión (promocionar las TCC). Se trata de intereses profesionales y de dinero.”


Perron Roger, "Noirceurs", La Carnet PSY 8/2005 (nº 103), p.14-18

Guy Massat interpreta psicoanalíticamente El Libro negro:

 “Cuarenta autores tratan de abatir a Freud para apoderarse del psicoanálisis a la manera de las hordas primitivas, aquellas en las que según Darwin, se podía ver a los hijos matando al padre para repartirse el poder”.

Luego, pasa revista a los argumentos típicos: Eso ya lo dijeron antes:

“…las acusaciones del libro negro (…) ya se le hicieron a Freud hace cien años.”

Y nos explica por qué:

Nadie soporta que se le diga que no es más que una marioneta de su inconsciente”.

Nos regala divertidas explicaciones que no sólo no favorecen al Psicoanálisis, sino que además son terribles para la física:

“…el siglo XX es el de la desubstancialización del universo físico, de la escisión, de la fisión, del átomo, de la materia, de la substancia.”
(…)
“El siglo XX ha demostrado que la indivisibilidad de las partículas era una ilusión”.

Ciertamente, frases pomposas como “desubstancialización del universo físico” son incompatibles con la teoría atómica, que supone justamente la conformación de la materia.
El esperpento físico-psicoanalítico termina como comenzó:

“La física se ha desubstancializado y el otro mismo ha hecho lugar bruscamente a una nueva concepción del devenir que no se refiere más a la ontología. Según la fórmula (?) del filósofo Alan Badiou en  “El Otro es el acontecimiento”, hoy: ‘El vacío es el nombre propio del Otro’. Fin de la la metafísica”.

Recordemos que Massat escribe, aparentemente, sobre el Libro Negro. Sin embargo, su mala física macarrónica y las débiles analogías continúan: en tanto Freud supone una separación de consciencia e inconsciente, esto bien se puede demostrar inventándose una separación entre substancia y… física cuántica…

Freud nos ha librado de la consciencia como la física moderna nos ha librado de la materia, como el devenir nos ha librado del otro, como el pensamiento moderno nos ha librado de la ontología.”

Cuesta ver qué es peor en esta heterogénea mezcla de errores sobre física, filosofía, retórica y lógica. Pero Massat no para, y luego de decir vaguedades sobre “la famosa teoría de cuerdas”, nos espeta en el rostro otra analogía:

“Eso recuerda a la teoría topológica de los nudos de Lacan. Esas cuerdas cuánticas que al vibrar producen el efecto de partículas, como los significantes lacanianos producen el efecto de sentidos”.

Señalo que esta analogía superficial se podría establecer con un plato de fideos, o con una orgía de lombrices, aunque desde luego, estos elementos no sorprenderían al lector incauto.
La retórica continúa, y nos enteramos de que Freud descubrió el lenguaje:

Privar a Freud del descubrimiento de esa nueva dimensión de la existencia humana que es el lenguaje, es como cortar las alas a una mosca para acusarla de no poder volar”.

Las revelaciones no terminan ahí, luego vemos que la lógica tiene ambiciones políticas:

“…la lógica de la consciencia, más que toda otra disciplina, está sujeta a una exigencia totalitaria y reduccionista”.

Particularmente repulsiva es la parte en la que pasa a hablar de Deleuze, probablemente ya cansado de criticar un libro que no leyó –sólo cita a Borch-Jakobsen, en particular las frases que éste hubiera dicho en una entrevista promocional del Libro Negro. El grado de maligna complacencia es notable.

“Pero el colmo para el autor de El Anti-Edipo (Deleuze), es haberse suicidado tirándose por una ventana. Todo psicoanalista sabe que saltar por la ventana (“fenêtre” es “ventana”, en francés, y semeja ligeramente a “fait naître”, “hecho nacer”), es decir saltar por ‘aquello que hace nacer’ al vacío de donde venimos constituye la realización del acto incestuoso”.
“¿Qué habrá pensado Deleuze durante su caída? ¿Sobre su Anti-Edipo? Si es verdad que al instante de morir ya no se puede disimular, acaso el se dijo: ‘En cuanto al Edipo puesto que yo caigo, muestro así que estaba equivocado, como lo ha hecho el Edipo de la historia’”.

Explicación: puesto que arrojarse por la ventana es un símbolo de cometer incesto con la propia madre (?), es obvio que Deleuze, al cometer este incesto simbólico, nos demuestra que estaba equivocado al criticar la teoría del Edipo. Es acaso el razonamiento más sucio, contrahecho, y torpemente malvado que se haya podido formular después de los que sustentan las ordalías medievales.

Menos suicidado, Popper también tiene su refutación en el texto de Massat, en un solo párrafo:

“Popper niega la validez del Psicoanálisis según el punto de vista de la refutabilidad, es decir, de la medición. Pero el inconsciente, justamente, es inconmensurable…”

La refutabilidad –o mejor dicho, falsabilidad- no requiere necesariamente  mediciones o experimentos. La proposición “A es verdadero y No A es verdadero” es contradictoria, irrefutable, y no necesita de ninguna experiencia para ello. Toda proposición que trate sobre hechos, y que prometa todas las posibilidades, es irrefutable. El complejo de Edipo y parte de la teoría de los sueños en sus sucesivas formulaciones, son un ejemplo de esto.
Dignísima clausura, el texto finaliza con chistes y juegos de palabras:

“El Libro me ha transformado en ‘Alí Barbaro y los cuarenta ladrones’. A,L, I:
A, como amigo, L, como lacaniano, e I, como inconsciente. (…) Y cuarenta ladrones porque los autores del Libro Negro son cuarenta. Pero yo quizás dramatizo mucho, yo los califico demasiado noblemente de ladrones. Es una exageración porque se trata de simples rateros, ladronzuelos de auto-stereos o de pollos”.

Esta grandiosa obra maestra del pensamiento la pueden hallar aquí:

Guy Massat, L’inconscient et Le Livre noir de la psychanalyse, conferencia en « Le Relais Jussieu » (27 octobre 2005).

Chagnon nos dice que el libro se compone de “tesis tan odiosas y mentirosas que se desacreditan a sí mismas”, aunque no nos dice cuáles, ni cómo eso puede ser posible. Pasaremos por alto la típica mención del DSM, y la acusación de que el libro pretende promocionar a las TCC, y las alusiones al reporte del INSERM, “retirado por sus carencias metodológicas y éticas”, según Chagnon, aunque el mismo informe fue repuesto tiempo después.
El resto del texto no responde en sí a nada del Libro Negro; se trata de una suerte de réplica general con afirmaciones perentorias como “lo cerebral no es lo psíquico”, o “el psiquismo se constituye en estratos sobre el cuerpo, las satisfacciones del cuerpo a cuerpo con la madre cuya ‘preocupación maternal primaria’ deja lugar, paso a paso, al retorno de la amante, la mujer del padre”.
Pueden intentar leerlo aquí:

Jean Yves Chagnon, Les TOP, THADA et autres DYS ont-ils un fonctionnement mental ?, en en Perpectives psy, número de 2006.

Pierre Delion empieza con las calificaciones: “…ese libro así arcaico en su casuística como ridículo en sus argumentaciones”, además de ser un “golpe bajo”, con “la sangre del odio y de la saña”, y “energías destructivas”, por no mencionar que algunas de sus ideas “valen su peso en cacahuates”,  o que “los argumentos tienen la potencia de la locomotora a vapor de mi infancia rural”.
Y sigue con ellas hasta el punto final.
Para más datos, Pierre Delion es un paidopsiquiatra psicoanalista defensor del Packing: tratamiento para niños autistas y psicóticos consistente en envolverlos apretadamente en sábanas  húmedas y frías, para que esa “nueva piel” les devuelva la conciencia de su imagen corporal.



Aquí Delion defiende el tratamiento:

Provisoriamente, el 8 de Marzo de 2012, el Ministerio de Salud de Francia (HAS) se habría declarado formal mente en contra del  empleo del Packing, por “falta de evidencia sobre su eficacia o seguridad”.


Pierre Delion, Quelques réflexions à propos du livre noir de la psychanalyse et de l’article de Philippe Pignarre dans le Monde du 16 septembre 2005, Le Carnet PSY, 2005/8 (n° 103)


En un artículo titulado soberbiamente “El Psicoanálsiis explicado a los niños del siglo XXI”, Pierre Lesourd nos enseña que “el odio a Freud se actualiza con la publicación de un libraco”, y una vez más nos revela la agenda oculta:

 “…remplazar las curas clásicas por técnicas de normalización de las conductas humanas”.

 Luego viene una larga disquisición sobre por qué las asociaciones de psicoanalistas no rechazan homosexuales como candidatos (aunque la IPA lo hacía, desde 1921). Y nada más sobre nuestro “libraco”.

Pierre Lesourd,  La normalité, c’est la perversion ou la psychanalyse expliquée aux enfants du 21ème siècle, Le Carnet PSY, 2005/8 (n° 103).

Baldé, menciona de nuevo a los practicantes de las TCC, aunque señala que también hay filósofos e historiadores de la ciencia entre sus autores. Luego pasa a los argumentos consabidos:

“Este libro testimonia un odio y una rara violencia contra el Psicoanálisis y su fundador…”

Tal “masiva agresividad”, dictamina el autor, hace que “todo debate sea imposible”. Y no sólo lo afirma, sino que lo prueba, no debatiendo las ideas del libro.

Françoise Baldé, reseña el Libro Negro, para el número 237 –Abril del 2005- de  Revue d'éthique et de théologie morale, p. 127-142 .

En The International Journal of Psychoanalysis (Octubre de 2006), el psiquiatra y psicoanalista Simon Daniel Kipman insiste en términos semejantes:

“Es claro, después de leer esta obra, que no hay espacio para el debate y que el tono polémico deliberadamente adoptado tiene sobre todo la intención de generar ganancias, pasiones y ‘preocupar’”.

Y luego le atribuye a los autores sus propias ideas -probablemente para infamarlos:

“Ellos, los autores, probablemente  no quieren  ni son capaces de seguir los debates y desarrollos del Psicoanálisis.”

EL ANTILIBRO NEGRO.

La supuesta respuesta al Libro Negro fue “El Antilibro negro del Psicoanálisis”, editado por Le Seuil, en Febrero de 2006. Ciertamente, es difícil dar con un nombre peor (“El libro no-negro”, acaso). El hecho es que el anti-libro, compuesto por 47 artículos es, en realidad, una reedición de las conferencias del “Forum Anti-TCC” a cargo de Jacques Alain Miller y la Escuela de la Causa Freudiana, escritas en el obtuso lenguaje de los lacanianos.
Hay relativamente pocas noticias de ese foro, al que no se invitó a ningún defensor de las TCC:

Esta última referencia ofrece cierto interés, en tanto su autora no se priva de advertir que “Los TCC” son “una maquinaria infernal” y un “atentado al Derecho y al Hombre”:

Veamos algunos otros ejemplos de crítica:

En el capítulo titulado “Prácticas abominables”, Jacques Alain Miller escribe:

Las TCC no son propiamente psicoterapias, sino prácticas de reeducación y condicionamiento”.

En otros textos del mismo libro:

 Maleval: “Las Tcc son el avatar, en el dominio de la salud, de técnicas de dominación y control del ser humano usadas en otros ámbitos…”.

La Sagna: “…son emprendimientos de descerebramiento subjetivo” comparables a la Cientología…

Solano-Suarez: “El paciente es tomado como rata de laboratorio…”

Podemos ver que el conjunto de las TCC es la Gran Ballena Blanca del psicoanalista promedio.

No nos entretendremos en ello; pueden hallar las citas y sus refutaciones aquí:

Van Rillaer, TCC: Faits et légendes (Francés):

Lamentablemente, tal Congreso psicoanalítico contra las TCC tuvo lugar en Abril de 2005, unos 5 meses antes de la publicación del Libro Negro, por lo que el anacronismo hace difícil que sea una respuesta a dicho Libro (es una respuesta que antecede a la pregunta). Esto sirve de explicación, al menos, de por qué el Libro Negro es apenas mencionado unas 4 veces en 300 páginas; no se trata sino de aprovechar la polémica para vender un librito.

Pueden buscar las indignadas opiniones de compradores embaucados en librerías como Amazon.fr, FNAC, etc.

Otras notas al respecto:

Robert Wilcoks: BARNUM est en pleine forme : il vit à Paris !
Michel Onfray: En su libro, Freud, el crepúsculo de un ídolo.

Catherine Meyer, Mikkel Borch-Jacobsen, Jean Cottraux, Didier Pleux et Jacques Van Rillaer: L’Anti-Livre Noir de la psychanalyse : tromperie sur la marchandise.


APÉNDICE.

Más sonseras sobre el Libro Negro, que dejamos afuera por respeto al Lector, y porque esencialmente repiten lo que ya dijo Roudinesco:

“El libro negro del psicoanálisis. Una propaganda sin aval científico”, de Violaine Fua Púppulo:

“Usos de la injuria en el mercado conductista”, Enrique Acuña:

“Efectos del Psicoanálisis”, de Jorge Ballario:


“El libro negro ¿del Psicoanálisis?”, de Rosa Aksenchuk:

La saludable peste del psicoanálisis”, por Mariano Horenstein:

“La felicidad no viene en aspirinas”, por Marcelo Augusto Pérez:

“Respuesta al Libro negro del Psicoanálisis”, por Graciela Avram:

El conjunto de todas las críticas analizadas pueden hallarlo aquí -95 páginas desperdiciadas:

Las  “críticas” referidas en el apéndice, aquí:

Unimos en este dossier los textos referidos al Antilibro negro:
https://drive.google.com/file/d/0B83BdhJXLCcBMXkydmlITWwzR1E/view?usp=sharing

Y el Libro del Negro del Psicoanálisis:
https://www.dropbox.com/s/7ffig4jil2ksdzv/Meyer%20et%20al-%20Libro%20Negro%20Del%20Psicoanalisis.PDF?dl=0

http://www.solidfiles.com/d/bbfe2b18c8/

1 comentario:

  1. No entendi un falo... Miller sabía que asuntos inconscientes le tendía una superposición del super ello ?

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