sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis y el Fraude- Fraudes de Freud V- El hombre de los lobos o el hombre de los perros huski-Segunda parte

Comparación entre la versión publicada por Freud y el testimonio del paciente

No contenta con las aseveraciones que el maestro Freud ya había hecho sobre el éxito del caso del Hombre de los Lobos, en 1972 Muriel Gardiner publicó las “Memorias del Hombre de los Lobos”, que de paso incluía escritos de Anna Freud, Ruth Mack Brunswick y la misma Gardiner, todos ellos celebrando este feliz triunfo del psicoanálisis.
La identidad de este paciente permanecía en secreto y Gardiner le impedía recibir correspondencia de lectores no psicoanalistas, pero a través de algunos rastros, una periodista ajena al círculo psicoanalítico logró encontrarlo en 1973.

Serguéi Constantinovitch Pankejeff accedió a participar en una serie de entrevistas propuestas por la periodista. Es necesario saber que Serguéi periódicamente recibía dinero de la Fundación Sigmund Freud (más precisamente de Kurt Eissler y ocasionalmente de Gardiner) y que, además, exigió que dichas entrevistas no fueran publicadas hasta después de su muerte, por lo que uno podría descartar la suposición de que el reconocimiento o el dinero hayan sido los verdaderos motivos de Serguéi para hablar mal de su experiencia analítica. Por el contrario, hizo esto en contra de la voluntad y de la recomendación de sus benefactores psicoanalistas.



Comparación
Dejando de lado aquello que sin dudas fue proporcionado por el mismo paciente durante su análisis con Freud (el “material consciente”) el caso del Hombre de los Lobos, tal como fue publicado, podría caracterizarse en algunos pocos puntos.  Luego, partiendo de lo registrado en las entrevistas a Serguéi en 1973, es posible contrastar la versión de Freud con el testimonio del paciente:



1)     La escena primaria

Versión publicada por Freud: Freud nos dice que el paciente, a la edad de un año y medio, habría observado con atención a sus padres practicando coito a tergo.  Además, el pequeño fisgón se habría sentido confundido por la contradicción entre la apariencia violenta de la escena y la expresión de placer de su madre. Su inocente mente tampoco llegó a comprender lo que en ese momento interpretó como la desaparición del pene de su padre, hecho que le hizo sentir compasión por él, aunque finalmente se regocijaría al ver que el pene sigue ahí. Como si fuera poco, el infante celebró el evento nada menos que defecando. Con el estilo ambiguo que siempre acompaña este tipo de afirmaciones en las publicaciones de Freud, en dos ocasiones se insinúa que el paciente de hecho comunica detalles de la escena.
Versión de Serguéi: Serguéi insistió bastante en este punto, y ha dicho que en verdad nunca recordó dicha escena. Freud le había asegurado que el recuerdo eventualmente volvería, pero nunca fue así.
Uno todavía puede dudar de la memoria (o incluso del testimonio) del paciente, pero el hecho es que en Rusia, en aquella época, lo normal era que los niños durmieran en la habitación de la niñera y no en la de los padres.





2)     La escena de Gruscha

Versión publicada por Freud: Se asegura que el paciente habría revivido la escena primaria al ver a la sirvienta Gruscha, ocupada en limpiar el piso, dispuesta en una posición idéntica a la que adoptaba su madre durante el coito con su padre.
Versión de Serguéi: Sin necesidad de mayores detalles, Serguéi dice que apenas puede recordar quién era Gruscha, y no es capaz de recordar la escena que relata Freud.





3)     La fijación

Versión publicada por Freud: Las “vivencias” descritas en los puntos anteriores habrían hecho que, durante su vida adulta, el paciente tuviera una marcada preferencia por la posición sexual en la que se encontraban sus padres en la escena primaria. Aparentemente tampoco podía evitar enamorarse al ver a una mujer apoyada en sus cuatro extremidades (por ejemplo, sea el caso de una joven lavando ropa).
Versión de Serguéi: Este punto es fácilmente refutable. Bastaría con preguntar a Serguéi si siente tal preferencia por esta posición en particular. Pues bien, eso fue lo que hizo la periodista y su respuesta fue que, con seguridad, no era así.




4)     La cura de la constipación

Versión publicada por Freud: En un primer momento este problema fue interpretado en términos de deseo de ser penetrado por su padre. Luego, Freud nos dice que tras el primer periodo de análisis, el paciente vuelve a su consultorio para resolver sus problemas intestinales, lo que se interpreta ahora como la manifestación de un remanente de transferencia y de identificación con la constipación crónica de Freud. Este síntoma habría sido exitosamente curado tras este análisis. 
Versión de Serguéi: En la entrevista, Serguéi afirma que a) siempre supo a qué se debía su problema de constipación, b) esta no era la razón por la cual fue a ver a Freud para un segundo análisis y c) como es de suponerse, tampoco se curó de esto gracias al psicoanálisis.
En realidad esta disfunción tuvo su origen en una ocasión en que Serguéi ingirió Calomel, lo que dañó sus órganos y dio como resultado un padecimiento crónico que tuvo que tratar de por vida. Es de notar que este problema haya comenzado tiempo antes de que se sometiera a análisis por primera vez (lo que contradice la interpretación de Freud, según la cual este era un “síntoma” de la transferencia con el analista).
Por cierto que, según Serguéi, fue Freud quien insistió en iniciar un segundo análisis, a pesar de su deseo de abandonar Viena para ocuparse de sus negocios.




5)     El rotundo éxito del tratamiento

Versión publicada por Freud: Según Freud el Hombre de los Lobos se encontraba en excelente estado de salud al finalizar su tratamiento. Fue capaz de llevar una vida normal, incluso después de una crisis que también superó gracias al psicoanálisis. Algunos discípulos no dejaron de hacer afirmaciones similares.
Versión de Serguéi: Antes de ver lo que nos cuenta Serguéi al respecto, cabe mencionar que el paciente había pasado por numerosos periodos de análisis y analistas. Primero con Freud (1910-14, 1919-20), luego con la antes mencionada Ruth Mack Brunswick (1926-7, 1929-?, 1938), sumado a sucesivas visitas a otros tres analistas en los años siguientes, además de una estadía en una clínica psicoanalítica en 1955, así como sus diarias “conversaciones dirigidas analíticamente” con Kurt Eissler.
Lo que el paciente dice sobre este respecto es que de hecho sintió una mejoría tras el primer período de tratamiento con Freud. (Recuérdese que, como se vio en el punto anterior, no fue el paciente sino Freud quien solicitó un segundo análisis.) Pero los siguientes tratamientos no lo ayudaron y, según sus palabras, en el momento de la entrevista (1973) se encontraba en el mismo estado que cuando visitó a Freud por primera vez (1910).


Conclusión

Sin la corroboración por parte del paciente, ¿qué queda de la construcción psicoanalítica de Freud? 

  • Si la escena primaria nunca fue recordada –siquiera aceptada-, entonces no es más que una hipótesis sin base alguna, al igual que su supuesta relación con la ansiedad y el complejo de castración; 
  • Sin la escena de Gruscha, no hay forma de explicar las elecciones de la vida amorosa del paciente; 
  • Sin la exclusiva preferencia por tal posición sexual, no hay razón para creer que las prácticas sexuales del paciente reavivaran la escena primaria;
  • Sin la cura de la constipación, no hay razón para dar crédito a la explicación psicogenética de Freud.

Todas las aseveraciones del Serguéi podrían significar muy poco si se lo viera de forma aislada. Después de todo, no parece ser más que la palabra de un ex paciente contra la de Freud y otros psicoanalistas de renombre.
No obstante, merece otra consideración cuando se lo incluye en un contexto en el que abundan los ejemplos de contradicciones en los relatos publicados por Freud; hipótesis arbitrarias que parecen venir más de ideas preconcebidas que de observaciones objetivas; interpretaciones todavía más arbitrarias, que parecen deformar los hechos para confirmar la teoría; afirmaciones en los textos de Freud que se han comprobado falsas; censura y obstrucción de la publicación de datos. En definitiva, en un contexto en el cual todo se ha manipulado para perpetuar la leyenda de la validez del psicoanálisis.

La cuestión es que el Hombre de los Lobos no era un burgués angustiado por el sinsentido de la vida. Según se ve, padecía rumiaciones obsesivas y crisis de depresión. Podría pensarse que es este el interés que tenían los discípulos de Freud cuando publicaron las memorias del paciente: de ese modo, estarían presentando al mundo un testimonio vivo de la eficacia del psicoanálisis en el tratamiento de trastornos graves.
Considerando que el dinero y el reconocimiento no parecen ser motivaciones probables para acceder a las entrevistas; considerando que se sabe que el psicoanálisis no puede hacer nada para eltratamientos de este tipo de trastornos (excepto empeorarlos, a veces); y considerando que ésta no sería la primera vez que Freud deforma sus relatos -en beneficio de su teoría-, no parece nada disparatado concluir que el testimonio de Serguéi es verosímil, y que el caso del Hombre de los Lobos es otra de las invenciones del genio literario del Profesor.


Bibliografía:
Freud, Sigmund (1918), ‘From the history of an infantile neurosis’, SE 18, 3–122.
Obholzer, Karin (1982), ‘The Wolf-Man. Conversations with Freud’s Patient – Sixty Years Later’, trans. Michael Shaw, New York, Continuum.

Citados en: Borch-Jacobsen, Mikkel y Shamdasani, Sonu (2012), ‘The Freud les: an inquiry into the history of psychoanalysis’, New York, Cambridge University Press, pp. 201-230.

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