El extraño caso del
Doctor Breuer y la Señorita Pappenheim.
Anna O. (Bertha Pappenheim). |
Paciente: Bertha Pappenheim
Terapeuta: Joseph Breuer.
Aflicción: indeterminada, probable simulación.
Terapia empleada: “terapia parlante”, hipnosis con naranjas,
morfina y cloral.
Resultado: Agravamiento, termina la
terapia internada en un manicomio.
El caso de Anna
O. fue redactado por Breuer, y
considerado como el caso princeps, el caso fundador del Psicoanálisis, desde su publicación en 1895 en el libro “Estudios sobre la histeria.”
Según refiere
Breuer, Anna O. tenía 21 años cuando contrajo la enfermedad. Hija de una
familia de buena posición, Anna era atractiva, inteligente y culta. Si bien
hablaba 6 idiomas, había recibido la educación común a la época para mujeres:
equitación, piano, tejido, y religión.
Sus síntomas,
según Breuer, incluían gritos, llantos, visión y audición selectiva, ausencias,
parálisis, contracturas, temblores, convulsiones, neuralgias, anemia, doble
personalidad, alucinar con serpientes, cráneos y esqueletos, y cosas muchas más
extrañas como perder el uso del alemán nativo y comunicarse únicamente en
inglés o toser cuando escuchaba “música bailable”.
También
insultaba, se alimentaba sólo con frutas o melones, arrojaba almohadas, rompía
ventanas, se trepaba a los árboles, e intentaba suicidarse.
Así la había
hallado Breuer a Anna en Diciembre de 1880, cuando inició el tratamiento, que
además de dosis generosas de morfina y
cloral, consistía en escuchar sus fantasías. Supuestamente, cada síntoma
estaba vinculado con un hecho de su historia pasada, de modo tal que al
descubrir ese hecho, el síntoma desaparecía.
El origen de
los síntomas es explicado así por Breuer:
“Ponerse sorda
por sacudimiento en carruajes: que su “hermano más joven la había sacudido en
tren de reyerta una vez que la sorprendió espiando a la puerta del dormitorio
del enfermo (su padre).”
“Ponerse sorda
por terror a un ruido”: se debía a “un ataque de ahogo que sufrió su padre tras
atragantarse.”
Según refiere
Breuer, que hipnotizaba a la paciente mostrándole
una naranja, “cada síntoma
desaparecía tras el relato de la primera ocasión.”
Breuer asegura
que Anna…
“…quedó
libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta.
Dejó entonces Viena para efectuar un viaje, pero hizo falta más tiempo todavía
para que recuperara por completo su equilibrio psíquico. A partir de ese
momento gozó de una salud perfecta.”
(Estudios sobre la histeria, 1895).
Más adelante habla de “La curación final de la histeria…”
Freud avalaba esta historia, en
tanto la repitió a lo largo de toda su carrera; en “Histeria”, de 1888, escribía:
“Este método de tratamiento es joven, pero consigue
éxitos terapéuticos imposibles de
obtener de otra manera.”
En “Contribución
al Movimiento Psicoanalítico”, de 1914, Freud
dice esto sobre el caso:
"Ahora tengo
fuertes motivos para conjeturar que, tras eliminar todos los síntomas..."
En 1916, Freud
insiste, en “Conferencia 17, de Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”:
“Y de hecho,
por este camino Breuer restableció a su
paciente histérica, vale decir, la liberó de sus síntomas; halló una
técnica para hacerle llevar a la conciencia los procesos inconscientes que
contenían el sentido del síntoma, y los
síntomas desaparecieron”.
“El hallazgo de Breuer es todavía hoy la
base de la terapia psicoanalítica.”
En su artículo
de la enciclopedia de 1923, Freud continúa fabulando:
“Entre 1880 y 1881,(…) Mediante la
repetición consecuente de idéntico, laborioso procedimiento, pudo liberarla de todas sus inhibiciones y
parálisis, de suerte que al final su empeño se vio recompensado por un gran éxito terapéutico, así como por
inesperadas intelecciones sobre la esencia de la enigmática neurosis”.
Y lo sigue haciendo en su Autobiografía, de
1925:
"Breuer consiguió liberar a su enferma de todos sus
síntomas por medio de este procedimiento, merced a un trabajo prolongado y
arduo. (…) La enferma se restableció y
quedó sana en lo sucesivo, y aun se volvió capaz de significativos logros."
El análisis de
Anna O. (Bertha Pappenheim) se inició en Diciembre de 1880 y finalizó el 7Junio
de 1882, cuando fue dada de alta y, sin embargo, internada en la clínica privada Bellevue, en Gross-Inzendorf,
Suiza, a la cual llegó con todos sus
síntomas, y también con una adicción
a la morfina y al cloral, liberalmente administrados por Breuer (hasta 5
gramos de cloral por día, algo que él mismo reconoció más tarde, arrepentido).
Es decir que la
paciente fue dada de alta para ingresar
a un manicomio…
Freud conocía
estos hechos, pues los refiere en una carta de Agosto, de 1883, a Martha
Bernays:
"Bertha
está de nuevo internada en el
sanatorio de Gross-Enzensdorf. Breuer habla constantemente de ella y desearía que la pobre mujer muriese para
que dejara de sufrir".
Y en otra carta
a Sweig, del 2 de Junio de 1932, refiere que Bertha…
“…luchó todavía durante meses en
un sanatorio para poder recuperar la
salud.”
El
mismo autor que revelaría el nombre real de Anna O. y desencadenaría la crítica
histórica, no fue otro que Ernest Jones, el biógrafo oficial de Freud, que no
obstante, refiere así el caso:
“El estado de la pobre enferma no mejoró tanto como lo haría suponer la observación
escrita de Breuer. Tuvo varias recaídas y hubo
de ser instalada en una casa
de salud en Gross-Enzersdorf. Un año más tarde de haber
dejado de cuidarla, Breuer le confió a Freud que ella
estaba totalmente desequilibrada
y que le deseaba la muerte para que
quedase así liberada de todos sus sufrimientos.”
Ellenberguer,
el historiador de la psiquiatría, fue acaso el primero en seguir la pista de
Anna O. Su conclusión es que…
“El
"prototipo de una curación catártica" no fue ni una curación ni una catarsis. Anna O. se había convertido
en una morfinómana grave que había
conservado una parte de sus síntomas más manifiestos.”
Sin
embargo, la fabulación freudiana no terminaría con aceptar la curación
imaginaria de la paciente. Como parte de su doctrina proponía la etiología sexual de la histeria, había
que agregarle sexo al caso. Y Breuer cometió el error de referir que el “elemento sexual estaba asombrosamente no
desarrollado”.
Freud
comenzó a contar entonces que Anna había sufrido un parto histérico –cuya causa imaginaria era Breuer- el día que fue dada de alta. Esta historia añadía
al caso el ansiado “elemento sexual”. Sin embargo, era falsa.
La
hipótesis de las fantasías de embarazo fue propuesta por Max Eittington en un
Seminario psicoanalítico en 1909. Freud la transformaría en un hecho que
circularía en las catacumbas psicoanalíticas hasta que la hiciera pública Jones
en su voluminosa biografía, en 1953.
Paul Homburger,
el apoderado de la difunta Bertha Pappenheim acusó públicamente de difamación a
Jones en el periódico Aufbau, el 20 de Junio de 1954.
Así de riguroso
es el método psicoanalítico: una
hipótesis de alguien que nunca vio a la paciente se convirtió en un hecho
histórico.
La verdadera
Bertha Pappenheim se restableció recién en 1888, 6 años después de ser “curada”
por Breuer, y luego de salir y entrar de clínicas privadas. Publicó dos libros
de literatura infantil y se dedicó a la filantropía y el activismo feminista.
Algunos
psicoanalistas explican esto como “curación
diferida”, o simplemente aducen que, si Bertha no curó, “se convirtió en otra persona”.
Dora Edinger, la biógrafa y
colaboradora de Bertha dijo que esta “destruyó todos los papeles sobre su
enfermedad y pidió a su familia en Viena que no diera ninguna información al
respecto después de su muerte”, además de aclarar que Bertha “no hablaba nunca de ese periodo de su vida y se oponía con vehemencia a toda sugerencia de tratamiento
psicoanalítico para las personas que
tenía a su cargo”.
Según Guttmann,
uno de sus biógrafos, se le atribuye a Bertha esta frase:
“…mientras yo viva, el psicoanálisis nunca
entrará en mis establecimientos.”
Murió de cáncer
el 28 de Mayo de 1936.
Epílogo.
Acaso nunca se
sabrá qué afección tenía Bertha Pappenheim. A lo largo de las revisiones del
caso fueron propuestas numerosas hipótesis: sarcoidosis, encefalomielitis
aguda, meningitis tuberculosa, ACV, desorden de personalidad, tumor cerebral,
etc. También se le adjudicaron sus síntomas a la morfinomanía, o a la
simulación.
Particularmente
la simulación parece la opción más viable, e incluso es algo que la misma
Bertha aseguraba a su médico. Sin embargo, Breuer, que decía que todo el relato
de Anna era “confiable”, se permitía dudar sólo en este punto.
Las fuentes son variadas:
Kaplan, R.,
Anna O. Being Bertha Pappenheim, resume las fuentes principales.
Freud y Breuer,
Estudios sobre la histeria (1895).
Swales, P., Freud, his teachers and
the birth of psychoanalysis (1986).
Ellenberguer,
H., El descubrimiento del inconsciente
(1970).
Borch-Jakobsen, M., Remembering Anna
O., a century of mystification (1996).
Borch-Jakobsen,
M., Les Patients de Freud (2011).
Jones, E., Vida
y obra de Sigmund Freud (1953).
Gay, P., Freud, a life for our time
(1989).
Hirschmuller,
A., Vida y obra de Joseph Breuer (1989).
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