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sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis y el Fraude- Fraudes de Freud II Anna O.

El extraño caso del Doctor Breuer y la Señorita Pappenheim.

Anna O. (Bertha Pappenheim).

Paciente: Bertha Pappenheim
Terapeuta: Joseph Breuer.
Aflicción: indeterminada, probable simulación.
Terapia empleada: “terapia parlante”, hipnosis con naranjas, morfina y cloral.
Resultado: Agravamiento, termina la terapia internada en un manicomio.

El caso de Anna O. fue  redactado por Breuer, y considerado como el caso princeps, el caso fundador del Psicoanálisis, desde su publicación  en 1895 en el libro “Estudios sobre la histeria.”
Según refiere Breuer, Anna O. tenía 21 años cuando contrajo la enfermedad. Hija de una familia de buena posición, Anna era atractiva, inteligente y culta. Si bien hablaba 6 idiomas, había recibido la educación común a la época para mujeres: equitación, piano, tejido, y religión.
Sus síntomas, según Breuer, incluían gritos, llantos, visión y audición selectiva, ausencias, parálisis, contracturas, temblores, convulsiones, neuralgias, anemia, doble personalidad, alucinar con serpientes, cráneos y esqueletos, y cosas muchas más extrañas como perder el uso del alemán nativo y comunicarse únicamente en inglés o toser cuando escuchaba “música bailable”.
También insultaba, se alimentaba sólo con frutas o melones, arrojaba almohadas, rompía ventanas, se trepaba a los árboles, e intentaba suicidarse.
Así la había hallado Breuer a Anna en Diciembre de 1880, cuando inició el tratamiento, que además de dosis generosas de morfina y cloral, consistía en escuchar sus fantasías. Supuestamente, cada síntoma estaba vinculado con un hecho de su historia pasada, de modo tal que al descubrir ese hecho, el síntoma desaparecía.
El origen de los síntomas es explicado así por Breuer:

“Ponerse sorda por sacudimiento en carruajes: que su “hermano más joven la había sacudido en tren de reyerta una vez que la sorprendió espiando a la puerta del dormitorio del enfermo (su padre).”
“Ponerse sorda por terror a un ruido”: se debía a “un ataque de ahogo que sufrió su padre tras atragantarse.”
Según refiere Breuer, que hipnotizaba a la paciente mostrándole una naranja, “cada síntoma desaparecía tras el relato de la primera ocasión.”
Breuer asegura que Anna…

 “…quedó libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta. Dejó entonces Viena para efectuar un viaje, pero hizo falta más tiempo todavía para que recuperara por completo su equilibrio psíquico. A partir de ese momento gozó de una salud perfecta.” (Estudios sobre la histeria, 1895).

Más adelante habla de “La curación final de la histeria…”
Freud avalaba esta historia, en tanto la repitió a lo largo de toda su carrera; en  “Histeria”, de 1888, escribía:

“Este método de tratamiento es joven, pero consigue éxitos terapéuticos imposibles de obtener de otra  manera.”

En “Contribución al Movimiento Psicoanalítico”,  de 1914, Freud dice esto sobre el caso:

"Ahora  tengo  fuertes motivos para conjeturar que, tras eliminar todos los síntomas..."

En 1916, Freud insiste, en “Conferencia 17, de Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”:

“Y de hecho, por este camino Breuer restableció a su paciente histérica, vale decir, la liberó de sus síntomas; halló una técnica para hacerle llevar a la conciencia los procesos inconscientes que contenían el sentido del síntoma, y los síntomas desaparecieron”.

El hallazgo de Breuer es todavía hoy la base de la terapia psicoanalítica.”

En su artículo de la enciclopedia de 1923, Freud continúa fabulando:

“Entre 1880 y 1881,(…) Mediante la repetición consecuente de idéntico, laborioso procedimiento, pudo liberarla de todas sus inhibiciones y parálisis, de suerte que al final su empeño se vio recompensado por un gran éxito terapéutico, así como por inesperadas intelecciones sobre la esencia de la enigmática neurosis”.

Y  lo sigue haciendo en su Autobiografía, de 1925:

"Breuer consiguió liberar a su enferma de todos sus síntomas por medio de este procedimiento, merced a un trabajo prolongado y arduo. (…) La enferma se restableció y quedó sana en lo sucesivo, y aun se volvió capaz de significativos logros."

El análisis de Anna O. (Bertha Pappenheim) se inició en Diciembre de 1880 y finalizó el 7Junio de 1882, cuando fue dada de alta y, sin embargo, internada en la clínica privada Bellevue, en Gross-Inzendorf, Suiza, a la cual llegó con todos sus síntomas, y también con una adicción a la morfina y al cloral, liberalmente administrados por Breuer (hasta 5 gramos de cloral por día, algo que él mismo reconoció más tarde, arrepentido).
Es decir que la paciente fue dada de alta para ingresar a un manicomio
Freud conocía estos hechos, pues los refiere en una carta de Agosto, de 1883, a Martha Bernays:

"Bertha está de nuevo internada en el sanatorio de Gross-Enzensdorf. Breuer habla constantemente de ella y desearía que la pobre mujer muriese para que dejara de sufrir".

Y en otra carta a Sweig, del 2 de Junio de 1932, refiere que Bertha…

“…luchó todavía durante meses en un sanatorio para poder re­cuperar la salud.”

El mismo autor que revelaría el nombre real de Anna O. y desencadenaría la crítica histórica, no fue otro que Ernest Jones, el biógrafo oficial de Freud, que no obstante, refiere así el caso:

 “El estado de la pobre enferma no mejoró tanto como lo haría suponer la observación escrita de Breuer. Tuvo varias recaídas y hubo de ser instalada en una casa de salud en Gross-Enzersdorf. Un año más tarde de haber dejado de cuidarla, Breuer le confió a Freud que ella estaba totalmente desequi­librada y que le deseaba la muerte para que quedase así liberada de todos sus sufrimientos.”

Ellenberguer, el historiador de la psiquiatría, fue acaso el primero en seguir la pista de Anna O. Su conclusión es que…

“El "prototipo de una curación catártica" no fue ni una curación ni una catarsis. Anna O. se había con­vertido en una morfinómana grave que había conservado una parte de sus síntomas más manifiestos.”

Sin embargo, la fabulación freudiana no terminaría con aceptar la curación imaginaria de la paciente. Como parte de su doctrina proponía la etiología sexual de la histeria, había que agregarle sexo al caso. Y Breuer cometió el error de referir que el “elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado”.

Freud comenzó a contar entonces que Anna había sufrido un parto histérico –cuya causa imaginaria era Breuer-  el día que fue dada de alta. Esta historia añadía al caso el ansiado “elemento sexual”. Sin embargo, era falsa.

La hipótesis de las fantasías de embarazo fue propuesta por Max Eittington en un Seminario psicoanalítico en 1909. Freud la transformaría en un hecho que circularía en las catacumbas psicoanalíticas hasta que la hiciera pública Jones en su voluminosa biografía, en 1953.
Paul Homburger, el apoderado de la difunta Bertha Pappenheim acusó públicamente de difamación a Jones en el periódico Aufbau, el 20 de Junio de 1954.
Así de riguroso es el método psicoanalítico: una hipótesis de alguien que nunca vio a la paciente se convirtió en un hecho histórico.
La verdadera Bertha Pappenheim se restableció recién en 1888, 6 años después de ser “curada” por Breuer, y luego de salir y entrar de clínicas privadas. Publicó dos libros de literatura infantil y se dedicó a la filantropía y el activismo feminista.
Algunos psicoanalistas explican esto como “curación diferida”, o simplemente aducen que, si Bertha no curó, “se convirtió en otra persona”.   

Dora Edinger, la biógrafa y colaboradora de Bertha dijo que esta “destruyó todos los papeles sobre su enfermedad y pidió a su familia en Viena que no diera ninguna información al respecto después de su muerte”, además de aclarar que Bertha “no hablaba nunca de ese  periodo de su vida y se oponía con vehemencia a toda sugerencia de tratamiento psicoanalítico para  las personas que tenía a su cargo”.

Según Guttmann, uno de sus biógrafos, se le atribuye a Bertha esta frase:
“…mientras yo viva, el psicoanálisis nunca entrará en mis establecimientos.”
Murió de cáncer el 28 de Mayo de 1936.
Epílogo.
Acaso nunca se sabrá qué afección tenía Bertha Pappenheim. A lo largo de las revisiones del caso fueron propuestas numerosas hipótesis: sarcoidosis, encefalomielitis aguda, meningitis tuberculosa, ACV, desorden de personalidad, tumor cerebral, etc. También se le adjudicaron sus síntomas a la morfinomanía, o a la simulación.
Particularmente la simulación parece la opción más viable, e incluso es algo que la misma Bertha aseguraba a su médico. Sin embargo, Breuer, que decía que todo el relato de Anna era “confiable”, se permitía dudar sólo en este punto.

Las fuentes son variadas:
Kaplan, R., Anna O. Being Bertha Pappenheim, resume las fuentes principales.
Freud y Breuer, Estudios sobre la histeria (1895).
Swales, P., Freud, his teachers and the birth of psychoanalysis (1986).
Ellenberguer, H., El descubrimiento del inconsciente  (1970).
Borch-Jakobsen, M., Remembering Anna O., a century of mystification (1996).
Borch-Jakobsen, M., Les Patients de Freud (2011).
Jones, E., Vida y obra de Sigmund Freud (1953).
Gay, P., Freud, a life for our time (1989).

Hirschmuller, A., Vida y obra de Joseph Breuer (1989).

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