A menudo se
pretende salvar al Psicoanálisis aduciendo que trata temas olvidados por la
ciencia o que la ciencia no puede explicar (los sueños, los lapsus, la
represión, etc.). Esta lastimera objeción siempre acompañó a los religiosos,
que pretenden refugiar a Dios en aquello que la ciencia aun no sabe con
exactitud (el origen del universo o, en el pasado, la diversidad de las especies, por ejemplo).
Es inútil por dos razones:
A- Es una
falacia conocida como ad ignorantiam,
consistente en afirmar la verdad o falsedad de una proposición aduciendo la
falta de pruebas en su contra.
B- La
ciencia sí tiene hipótesis que explican buena parte de los “misterios” de la
mente, y a menudo son contrarias a las del Psicoanálisis.
Veamos qué
hay en esos rincones oscuros en donde antes reinaba el Psicoanálisis:
1- La Represión.
Según el “Diccionario
de Psicoanálisis” de Laplanche-Pontalis,
“represión” significa:
“En sentido propio: operación por medio de la cual el sujeto Intenta rechazar o mantener en el inconsciente representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión. La represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de procurar por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias”
Según Freud:
“La represión no es un mecanismo de defensa
presente desde el origen; no puede engendrarse
antes que se haya establecido una separación nítida entre actividad consciente
y actividad inconsciente del alma (sic), y su esencia (sic) consiste en rechazar
algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella.” (Freud, La represión,
1915).
“La doctrina
de la represión es ahora el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio
del psicoanálisis, su pieza más esencial.” (Freud, Contribución a la
historia del movimiento psicoanalítico, 1914).
“…se trataba
de cosas que el enfermo quería olvidar y
por eso adrede las reprimió de su pensar consciente, las inhibió y sofocó.”
(Freud, Estudios sobre la histeria, 1895).
Pues bien,
tal teoría de la represión y el retorno de lo reprimido no ofrece evidencia
alguna.
Holmes examinó
60 años de estudios con diferentes pespectivas, para concluir que:
“El concepto de represión no ha sido avalado
por investigaciones experimentales y su uso puede ser riesgoso para la correcta
interpretación de la conducta clínica.”
Holmes, D.
S., “The evidence for repression: An examination of sixty years of research”,
en J. L. Singer, ed., Repression and dissociation: Implications for personality
theory, psychopathology, and health, University of Chicago Press, Chicago, pp-
85-102 (1990)
En el 2008,
Yacob Rofé llega a una conclusión similar en “Does Repression Exist? Memory,
Pathogenic, Unconscious and Clinical Evidence” (2008).
De hecho, en
los casos de hechos traumáticos, la represión en sentido freudiano es tan rara
que Harrison Pope propuso un premio de
1000 dólares a quien pueda referir un caso, real o ficticio, anterior al siglo
XIX. No existen tales casos, por lo que la represión podría tratarse de un
producto reciente de la cultura occidental.
Pope, H. G.,
Jr., Poliakoff, M. B., Parker, M. P., Boynes, M., Hudson, J. L. “Is
dissociative amnesia a culture-bound syndrome? Finding from a survey of
historical literature”, Psychological Medicine, 37, pp. 225-233 (2006).
El lado
oscuro de la represión es el falso recuerdo, y el síndrome de falso recuerdo.
La memoria
no es fiable, y tiende a distorsionar los hechos, cuando no a inventarlos. El
resultado de estas invenciones es el falso
recuerdo. Los recuerdos supuestamente recobrados serían invenciones del
paciente guiadas por el terapeuta, sin ningún correlato en la realidad. Así, gracias
a esta novedosa técnica, numerosos padres fueron acusados de abuso sexual satánico, entre otras
cosas.
De hecho,
está recomendado no utilizar terapia alguna de “recobramiento de recuerdos”,
dada su falta de evidencia y su peligrosidad.
El Real Colegio de Psiquiatras del Reino Unido
sanciona a quienes empleen esta terapia:
La gente
normalmente se acuerda muy bien de los hechos traumáticos como violaciones,
abusos, guerras o accidentes…
Loftus, E.
F., Polonsky, S., & Fullilove, M. T., ”Memories of childhood sexual abuse:
Remembering and repressing”, Psychology
of Women Quarterly, 18, 67–84 (1994).
O pueden
crear recuerdos de hechos que nunca vivieron…
Loftus, E.,
“Creating false memories”. Scientific American, 277, 70–75 (1997).
Payne, D.
G., Neuschatz, J. S., Lampinen, J., & Lynn, S. J., “Compelling memory
illusions: The qualitative characteristics of false memories”, en Current Directions in Psychological Science,
6, 56–60 (1997).
En algunos
estudios bastaron no más que tres entrevistas para que un porcentaje oscilante
entre el 15 y el 25 % de los participantes fueran inducidos a crear falsos
recuerdos.
Loftus, E.,
“Memory for a past that never was”, en Current Directions in Psychological Science,
6, 60–65 (1997).
En muchos casos
el hecho recordado no existió o, de existir, fue simplemente olvidado, y no
reprimido. En los casos de abuso el recuerdo puede retardarse, puesto que en la
infancia es interpretado confusamente (recordemos que la sexualidad infantil no
existe).
McNally, K, “Remembering trauma”, Harvard University
Press, Cambridge (2003).
Las mujeres
que reportan haber recuperado un recuerdo de abuso sexual infantil son más
propensas a presentar sesgos de la memoria, a diferencia de mujeres que no
“recuperaron” el recuerdo, sino que convivieron con él.
Clancy, S.
A., Schacter, D. L., McNally, R. J.,
& Pitman, R. K., “False recognition in women reporting recovered memories
of sexual abuse”, en Psychological Science, 11, 26–31 (2000).
Al igual que
la Amnesia de Hollywood, el supuesto
trauma reprimido debe más a la cultura popular y a relatos informales que a
estudios controlados. Es común recordar con desagradable facilidad las
catástrofes en las que uno participó, ya sean accidentes, violaciones, o el
Holocausto Nazi.
Loftus, E. “The
reality of repressed memories”, en American Psychologist, 48, pp. 518-537
(1993).
Shobe, K.
K., Kihlstrom, J. F., “Is traumatic memory special?”, en Current Directions in
Psychological Science, 6, pp 70-74 (1997).
Porter, S.,
Birt, A., “Is traumatic memory special? A comparison of traumatic memory
characteristic with memory for other emotional life experiences” (2001).
2- La curación requiere el reconocimiento de las
causas de los síntomas.
De nuevo,
leamos el Diccionario de Laplanche-Pontalis, que define así la “Abreacción”:
“Descarga
emocional, por medio de la cual un
Individuo se libera del afecto ligado al recuerdo de un acontecimiento traumático,
lo que evita que éste se convierta en patógeno o siga siéndolo. La abreacción puede ser provocada en el
curso de la psicoterapia, especialmente bajo hipnosis, dando lugar a una catarsis; pero también puede producirse de
forma espontánea, separada del trauma Inicial por un intervalo más o menos
prolongado.”
Y Freud nos cuenta que:
«Las representaciones que se han vuelto
patógenas conservan su actividad por el hecho de no hallarse sometidas al
desgaste normal por la abreacción, y por la imposibilidad de su reproducción
en los estados asociativos libres.” (Estudios (sic) sobre la histeria, 1895)
Lo que no
explica que en un estudio sobre 42 pacientes en terapia analítica, la mitad
mejoró sin saber nada de sus enigmáticos “conflictos medulares”, en tanto su
mejoría se debía más al apoyo (lo no específico de la terapia) que al
conocimiento supuesto de sí mismos.
Bachrach,
H., Galatzer-Levy, R., Skolnikoff, A., Waldron, S., “On the efficacy of
psychoanalysis”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 39, pp-
871-916 (1991).
No hay
evidencia de que los conflictos de la edad adulta deriven de problemas
infantiles…
Paris, J., “Myths of childhood”, Brunner/Mazel, New York
2000).
Y en “Freud scientifically reappraised:Testing the theories and the
therapy” (1996), Fisher y Greenberg concluyen que “no hay ningún estudio que haya podido establecer una correlación, ni siquiera débil, entre la perturbación de
las relaciones edípicas y una sintomatología neurótica en un momento posterior
de la existencia.”
Aparentemente,
conocer nuestra historia emocional no es condición necesaria ni suficiente para
librarnos de las aflicciones mentales, y de hecho, las psicoterapias no
orientadas a la pesquisa del pasado personal –real o inventado- ofrecen a
menudo mejores resultados.
Bloom, P.
B., “Is insight necessary for successful treatment?”, en American Journal of Clinical Hypnosys, 36, pp.
172-174 (1994).
Weisz, J.
R., Donenberg, G. R., Han, S. S., Weiss, B., “Bridging the gap between
laboratory and clinic in child and adolescent psychotherapy”, en Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 63, pp. 542-549 (1995).
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